Ya
tenemos aquí el film-polémico de Cannes, la nueva obra del enfant
terrible del cine francés Leo Carax quien vuelve a la dirección con
una experiencia ( más que película ) cinematográfica basada en su
actor fetiche, Denis Lavant. Surrealista, original, tomadura de pelo,
Carax es un espíritu libre que nos trae una obra absolutamente
avasalladora, metalingüística, extraña a ratos emocionante otros,
pero sobre todo una carta de amor al cine y particularmente a su
actor predilecto ( así como también podríamos considerar el film
una carta de amor de Lavant hacia Carax ).
EL señor Oscar ( Denis Lavant ) cumple “encargos” a bordo de su limusina, conducida por Edith Scob (actriz francesa musa de Georges Franju, a la cual se le rinde sentido homenaje en el último plano de la actriz en el film ). Dicho medio de transporte es su lugar vital (al igual que el protagonista de Cosmópolis de David Cronenberg), donde tiene su camerino y se transforma en las diferentes personalidades que le piden: desde una vieja mendiga en un puente de parís ( ¿ una referencia a los amantes del Pont Neuf ?), un banquero, un técnico de motion capture que lleva a cabo una extraña ( y muy sexual ) coreografía, un delincuente que mata a otro individuo exactamente igual que él, un padre de familia con una hija adolescente, el ya mítico La Merde ( protagonista del segmento colectivo Tokyo, co-dirigido por Michel Gondry, Joon Ho Bong y el mismo Carax ) en un sensacional y controvertido segmento que co-protagonizado por la bella Eva Mendes hasta un emotivo y profundo capítulo musical con la compañía de la cantante Kilie Minogue ( en un papel inicialmente pensado para Juliette Binoche ).
Llena
de escenas raras, surrealistas o sin sentido según mucha gente (
aunque luego fue considerada una de las mejores películas del pasado
festival de Cannes, aunque sin premio ), nos encontramos con una obra
llena e referencias a sus propios actores así como un discurso
sobre el arte de actuar, una carta de amor
a su actor principal, así como se tratan temas como el amor o la
absurdidad que a veces rige nuestras vidas.
Con
momentos inconmensurables como el citado episodio de la merde con una
atrevida Eva Mendes y una terrible y directa parodia del mundo de la
moda y/o el concepto de la belleza en la actualidad, el melancólico
episodio musical con Minogue, y gracias a un Denis Lavant
aboslutamente sensacional y atrevido en todas y cada una de sus
diferentes interpretaciones, el film se eleva muy alto por encima de
su peculiar sentido del humor ( fijarse en las inscripciones de las tumbas en el segmento de Le Merde ) o extrañeza.
Carax
esta absolutamente libre en su creación, puede que haya momentos que
cuajen más que otros, si bien se debe destacar su gran trabajo
formal en un relato ( si podemos llamarlo así, porque no hay una
historia contada) lleno de profundos temas aunque no lo parezca; Sala
hablaba en relación a la película-polémica de este 2012 y prefirió
hacer mención a la “ provocación artística”
del film de Carax; no sé si es provocador a conciencia, eso sí no
nos deja indiferentes.
Además
queda su discurso sobre lo que significa el teatro de la vida, o la
profesión misma de actor, a lo que también e pregunta si el
actor/actriz tiene fecha de caducidad, respondido en esa divertida y
surrealista escena final con las limusinas como protagonistas.
Película
llena de grandes momentos, algunos no sé si fallidos aunque extraños
pero con grandes mensajes y sobretodo disfrutable para el espectador,
toda una experiencia en un título que apunta muy alto y nos devuelve
al mejor Carax.
sólo me queda decirle que Holy Motors, es el perfecto ejemplo del porqué los críticos de cine son una especie odiada y evitada al máximo por los espectadores que van y pagan una boleta para asistir a una función. No estoy hablando del tipo de público que abarrota las salas con sagas de super héroes, autos veloces o vampiros translúcidos. Hablo del tipo de espectador que se guía a veces por esas críticas que posan como pseudo intelectuales y que adornan con un rebuscado léxico, con unas superficiales metáforas, obras cinematográficas que logran la emotividad de la sencillez y llegan a la psiquis de quienes la ven sin tano aderezo. Pero como Holy Motors viene el caso del filme diseñado para atrapar críticos, lleno de simbolismos efectistas, de situaciones que por parecer profundas son pretenciosas y absurdas , con secuencias que apelan a la mejor de todas las tácticas "confunde y reinarás" y entonces generan ese escenario que tanto les priva a estos pseudo intelectuales y es aquel donde esta especie dice : Yo creo que con esas imágenes lo que su director nos quiso decir es esto y aquello y les permite enfrascarse en debates que al igual que el film, navegan el terreno de lo absurdo. Y entonces el espectador debe ir y dizque "hacer un esfuerzo" para entender la película. ¡A ver! Si la obra tiene tanta grandeza, su maravillosa sencillez es la que la va a hacer llegar a todo tipo de público y no al selecto grupo de pseudo intelectuales. Por eso siempre pongo como ejemplo una cinta que no puede tener mejor título : Una historia sencilla de David Lynch. Teniendo en cuenta que la hizo uno de los verdaderos maestros del cine surrealista, resulta siendo impactante que algo tan sencillo sea tan poderosamente profundo. Así que de mi parte Holy Motors si es un capricho cinematográfico alabado por una horda desmedida de críticos y es una producción completamente aburrida y sin sentido para un buen público de cine. Ah y su final es uno de los más estúpidos que he visto.
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