viernes, 5 de abril de 2013

(Crítica) In the flesh 1x02


¿ Por qué lo hiciste?



Buscando realizar una serie original entorno a los muertos vivientes y su mitología ( algo bastante difícil, después de su explosión de este sub-género en los últimos años tanto en televisión, cine, libros, videojuegos o cómics ), algo bastante dificultoso como aceptable, el guionista y showrunner Dominic Mitchell novel ha querido presentarnos una miniserie de tres capítulos donde vemos como el muerto viviente es usado como metáfora social y drama humano ( valga la paradoja ), nada sorpresivo pues ya el pope del género George A. Romero lo usó como tal y hay una reciente serie francesa que usaba al zombie y su vuelta a casa, Les Revenants.

En su primer episodio In the flesh demostró buen hacer tanto en la mezcla de ese drama familiar como en ciertos tópicos del género, teniendo a los muertos vivientes como metáfora del rechazo a lo diferente. Ahora este segundo capitulo podemos ver elementos virtuosos y bienvenidos ( Amy, la zombie optimista y realista ) como paradojas y elementos dramáticos poco sutiles.



La historia sigue trazando un interesante paralelismo entre el dolor de los familiares por la pérdida de sus seres queridos y la vuelta de éstos no muertos a sus vidas, el dolor, sensación y problemas que causa en una pequeña comunidad pueblerina ( el punto de reunión y de vida social es la iglesia o el pub ), donde hay un grupo que controla la zona de muertos vivientes liderados por Bill, un racista que odia a los familiares parcialmente muertos ( si bien se encuentra con que su querido hijo, militar de profesión muerto en Irak ) vuelve a sus vidas como un putrefacto; y el párroco del pueblo, quien lleva las finanzas y decisiones del grupo. Religión y estamento militar como brazos del poder de las pequeñas comunidades, donde su gente corriente, ¿analfabeta?, mira con sorpresa y cuchichea sobre los antiguos humanos de su comunidad que murieron e intentan volver a sus vidas….

Funciona el dolor del protagonista, Kieren, el cual sigue teniendo flashbacks de su anterior “vida” como muerto viviente ( ve en visiones a su última víctima; recuerda como fue enterrado vivo, lo que le causa miedo a los espacios cerrados…Esto último provoca una buena escena de género, con los muertos saliendo de sus tumbas pero ¿ como consiguen escapar de sus ataúdes?) así como la gente de su entorno que ha perdido a sus seres queridos, el dolor se hace físico; citar el vecino que perdió a su esposa y como pasa el día mirando al trozo de carretera donde ésta fue abatida… Y que decir de la humanización de los muertos vivientes ( ese padre que mata a un animal para poder alimentar a su hija y como la protege…aunque ambos estén ya muertos. La ternura escondida en medio de la putrefacción, la nada ) en contra de la pérdida de humanidad de la sociedad, que solo piensa en ellos mismos y en acabar con los muertos vivientes.



Así como por lo contrario la serie es sutil y delicada en esos aspectos, también hay que destacar negativamente ciertos aspectos que resultan sobreexpositivos y redundantes: el odio de Jemma hermana de Kerien, hacia los no muertos explicado en su afición por los videojuegos sobre muertos vivientes ( como resident Evil ) o, sobre todo esa metáfora sobre la homosexualidad y su rechazo en la pequeña comunidad, metáfora innecesaria. “ A mí ya me odiaban antes de ser así”, confiesa Kieran a su nueva amiga.

Amy, la que se convierte en nueva amiga de Kieren así como una “persona” consecuente con su nueva situación ( en contraste con la aceptación difícil, cuando no negativo de los propios familiares ) es un acierto total en el casting y la historia: ver su desparpajo a la hora de narrar lo que ocurre si come o bebe ( si bien podemos ver, físicamente, las consecuencias del alcohol en un zombie…) así como la tristeza cuando narra como miró sin apenas haber podido vivir; ¿ como moriste tú? le pregunta de manera tierna y triste a su amigo no muerto.

Aún con algún ( pequeño ) pero In the flesh está no innovando sino recuperando el carácter metafórico de unos seres muy acostumbrados a ello, con momentos de ternura y humanismo, quien lo diría.

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