En
tiempos de crisis parece que el intelecto humano se acentúa en
cuanto a las malas artes de multinacionales, empresarios déspotas o
burócratas que manejan bancos u otras formas económicas que rigen
nuestras vidas. Ver como el precio del ladrillo se dispara por las
nubes con altos intereses que permiten a los dirigentes de bancos
prejubilarse con pagas millonarias, mientras el simple hombre de la
calle debe trabajar ( si es que tiene la suerte de tener trabajo )
horas y horas y llegar a final de mes con dificultades; subidas de
IVA en aspectos cruciales y necesarios de nuestras vidas como la
comida, gasolina o cultura. Y solo estoy hablando a nivel nacional,
pues sabemos que esta situación está afectando a millones de
personas a nivel mundial, sin ver la salida del pozo. Por eso resulta
desconcertante el discurso del nuevo film de uno de los más
interesantes directores americanos de la actualidad como es Gus Van
Sant.
El
director siempre ha basculado entre el cine independiente ( Gerry,
Paranoid Park, Elephant ) y el cine comercial ( el indomable Will
Hunting , descubriendo a Forrester ), si bien en sus últimos
trabajos podemos ver como los mejores aciertos o tics de puesta en
escena se funden en esa amalgama de “corrientes “ de cine, como
podemos observar en Restless o Milk. Incluso se atrevió ( en lo que
algunos consideran su proyecto más arriesgado y experimental ) a
remakear, plano por plano, el Psicosis de Hitchcock, en lo que yo
considero algo totalmente innecesario y fuera de lugar, sin parecer
puritano, pero pienso que ciertas obras, si bien se pueden homenajear
o retocar de cara a darle un nuevo look, un significado diferente o
nuevos temas a tratar, pero creo que ese movimiento de Van Sant solo
le sirvió para servir a la industria y poder acceder a dinero y
nombres para sus proyectos más arriesgados como su saga radical
formada por Elephant – Gerry- Paranoid Park. Alabo personalmente su
labor en films más clásicos como ese primer encuentro con un
jovencísimo Matt Damon ( y Ben Affleck: ambos premiados con un Oscar
al mejor guión original ) en ese drama humano con Will Haunting de
protagonista o su labor en ese reverso oscuro de el ala de la casa
blanca que fue la serie del canal Starz Boss (2011-2012 ), donde Van
sant fue productor ejecutivo y director del episodio piloto.
Su
nueva cinta viene auspiciada por el propio Matt Damon, productor y
co-guionista de la cinta junto al también actor John Krasinski ( The
office ) a partir de una historia del reputado escritor David Eggs;
por cierto, el propio Krasinski fue protagonista de un lugar donde quedarse ( 2009 ) una historia de
Eggs en la simpática y correcta de Sam Mendes.
En Promised land se cuenta la historia de un joven inteligente, con
buenos modales e ideas , Steve Butler( Matt Damon ) el cual trabaja para una gran
empresa multimillonaria de gas natural. Aprovechan su origen humilde
( él nació en un pequeño pueblo de Iowa ) para acercarse a
pequeños pueblos donde poder convencer a sus habitantes de ceder sus
tierras a cambio de irrisorias cantidades de dinero ( contando el
beneficio que extraen de ellas, decenas de millones de dólares ). En
una de esas comunidades, a la que acude con su habitual compañera
Sue ( Frances McDormand ), encontrará que se trata de una tarea
sencilla hasta que se topa con un profesor de ciencias que resulta
ser un antiguo ingeniero (un comedido y excelente Hal Holbroock,
activo con 87 años), el cual convence a sus vecinos de lo
peligroso de las actividades de la compañía del gas, usando el
frackting ( método que provoca la contaminación de las tierras ).
La operación correrá peligro además con la aparición de un joven
activista (John Krasinski ) y la amistad que entabla con una joven
maestra local ( Rosemarie De Witt ).
Como
ya comentaba al principio choca ver esta propuesta de Vant Sant y
Damon& Krasonski, pues el relato comienza como un drama ecológico
en el que además vemos como operan las grandes empresas millonarias
( más preocupadas de su dinero que de la salud de la persona ) en el
estilo de otros films como acción civil o Erin Brockovich, aunque
desde el punto de vista de las multinacionales, usando la figura de
un actor con una carrera y una visión del mismo optimista y
simpática como es Matt Damon ( un poco al estilo de George Clooney
en Up in the air ), donde vemos antes al actor que al personaje. Pero
dentro del mismo también hay lugar para el relato romántico ( el
uso del personaje de la maestra como bisagra entre Damon y Krasinski
es algo insuficiente y nada necesario ) e incluso el viaje emocional
de su personaje protagonista, el cual reniega de su origen humilde (
ver como se viste como la gente local, con camisas de franela y
pantalones para parecer uno más de ellos ) a la vez que tiene a la
figura de su abuelo como imagen única ( usa las botas del mismo ),
como él mismo se repite ( a sí mismo y a la audiencia ) : “ no
soy un mal tipo “ . Es más, hay un giro de guión final el cual
pervierte todo el relato y donde estamos ante un drama sobre el uso (
y tráfico) de información y como ésta es la nueva arma de
multinacionales despiadadas, la misma historia ha engañado al
espectador durante 80 minutos, en un twist dramático que pretende
dar un nuevo significado pero que acaba pareciendo impostado y casi
forzado., y que desemboca en ese momento capriano ( pues el cine
optimista y sentimental urdido por el gran Frank Capra se podría
considerar un género en sí ) tan falso pues
Van Sant no es Capra ni Damon Jimmy Stewart y que hacen de la
historia parezca un relato de ciencia ficción ante la poca
credibilidad de la misma al final en este compendio de géneros mal
definido.
Tampoco
ayuda ciertas escenas de trazo grueso como ese prólogo donde Damon
asiste a una entrevista de ascenso en un pulcro restaurante con la
escena filmada con tonos grises ( pues los líderes de la
multinacional son malos ); la escena de la
recreación de los posibles efectos secundarios de las prácticas de
la compañía del gas en el colegio, el momento en que uno delos pueblerinos, nada más firmar el contrato, se compra un descapotable o el momento en que Damon compra
limonada y la joven niña no acepta propina…. La parte romántica
del relato es innecesaria. Por el contrario Van Sant está más
afinado en su narración costumbrista de la manera de vivir de los
pueblerinos, acompañada de su música country.
La
labor de los actores es correcta, el principal problema es el dibujo
de los mismos personajes en sí; no es el papel más complejo de
Damon como leí, se juega más con su imagen positiva como actor que
con su evolución dramática; Krasinski está correcto en su breve
papel, pero la sorpresa ni es tan sorpresa ni acaba de convencer. Por
el contrario sus secundarios están espléndidos, con McDormand,
Holbroock y Titus Welliver ( visto en adiós pequeña adiós, The town o las series
Deadwood o sons of anarchy ).
Un relato
bienintencionado que no funciona como drama ecológico de protesta ni
como viaje emocional; demasiadas ramas para tan poco follaje.
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