martes, 16 de septiembre de 2014

( Cine ) ( Crítica ) Jerseys Boys

La dulce melodía del ¿éxito?



Clint Eastwood puede ser el último director norteamericano clásico vivo , junto a Woody Allen; tanto en su manera clásica de puesta en escena, con las ideas claras, sin apenas repetición de tomas y (casi) siempre cumpliendo con un mínimo de calidad como en su concepción y abrazo de cualquier género, sin entrar en la discusión de que si es un autor o un cumplidor artesano como antaño lo eran los directores contratados por los estudios de Hollywood. Eastwood, quien coge un guión y trabaja directamente sin apenas borradores, es el ejemplo de una forma de trabajar muerta en la meca del cine actual, todo un rara avis, si bien eso no signifique que todos sus trabajos sean ejemplares, y su último film, Jerseys Boys, tiene varios peros que comentar.


Jerseys Boys es la adaptación del musical de Marshall Brickman y Rick Elice, que ganó 4 premios Tony en la ceremonia de 2006 . Narra la historia de Tommy DeVito( Vincent Piazza, el Lucky Luciano de la serie Boardwalk Empire de HBO ) y su amigo Franki Valli (John Lloyd Young ), jóvenes de ascendencia italiana quienes combinan sus trabajos para la mafia dentro de su Nueva Jersey, para el capo Gyp DeCarlo (Christopher Walken ) con su pasión por la música. Veremos su crecimiento como grupo, formando los Four Seasons a la vez que sus problemas personales y batallas internas acabarán con su fulgurante ascensión.


Clint Eastwood tenia pensado rodar una nueva versión de Ha nacido una estrella con Beyoncé pero el embarazo de la diva del pop frustró el proyecto y cogió rápidamente este proyecto, que había sido puesto en marcha por Jon Favreau ( Iron Man, Chef – mi “placer culpable del 2014, lo reconozco - ) y sin apenas retocar el guión se puso a filmar; una manera económica y rápida de trabajar que, sin embargo, ha servido para encontrarnos ante una de las cintas más flojas del director de obras maestras como sin perdón o un mundo perfecto; Jerseys Boys está más cerca de proyectos como deuda de sangre o ejecución inminente que no de Mystic River o , dejando que su conjunto de soberbios films que estaba encadenando se rompa, en un film no despreciable pero muy flojo tanto a nivel de argumento como de puesta en escena.



NO es la primera vez que abraza el género musical, ya trató la biografía de Charlie Parker en esa (otra) obra maestra no tan reconocida como se merece que es Bird ( 1986 ), si bien no nos encontramos con un film lleno de coreografías, al contrario, los números musicales sirven como motor narrativo y están introducidos dentro de la trama, excepto los títulos de crédito finales, con todo el cast bailando juntos en una sencilla coreografía. La narración de este tópico ascenso y caída además está narrado con los actores hablando al público y rompiendo la cuarta pared, en un claro homenaje / basado en uno de los nuestros de Martin Scorsese – además tenemos la presencia de la mafia dentro del argumento y ¡ Joe Pesci! , el actor, tiene presencia en el argumento, encarnado por Joseph Russp  - aunque el recurso, moderno para lo clásico que suele ser Eastwood en la puesta en escena, acaba siendo cansino. Gran parte de ello es culpa del guión de, el cual acaba resultando anodino en su narración del clásico relato de éxito y caída, y ni siquiera los escasos momentos dramáticos ( como la escena de Frankie y su hija; único momento donde podemos escuchar la banda sonora diegética compuesta por Kyle Eastwood ) tienen la fuerza que deberían tener. En el plano actoral destacar tanto a Vincent Piazza como a Frankie, si bien el nivel tampoco es que sobresalga, más culpa de sus arquetípicos personajes que no del esfuerzo de los actores; eso sí, destacar las actuaciones musicales o algunos momentos cómicos – el atraco nocturno; Frankie ligando,…-


Aún dentro de su fórmula como film comercial y sin pretensiones – mucho más esperamos de American Sniper – lleno de un argumento trillado y escasamente destacable, aún Eastwood se guarda un as en la manga con esa escena donde el grupo se reúne en 1990 en el Museo de la fama para una actuación-aniversario y donde vemos a los actores envejecidos con ese imposible maquillaje – igual de mal acabado que en J.Edgar – pero donde una idea de puesta en escena tan simple como ver como, en medio de la actuación, se recupera sus versiones jóvenes, metáfora de tiempos pasados mejores y como se trata el paso del tiempo en la película – ver el momento en que Eastwood se auto-homenajea, ¿ o quizás se ve como el último de una manera de rodar y trabajar ?, al ver a un Eastwood joven en sus inicios en la televisión en la serie Rawhide… Una buena idea, mejor explicada, pero que no salva un film insustancial 

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