Los dos chicos de Baker Street
ATENCIÓN: El
siguiente artículo contiene SPOILERS, avisados estáis
Sherlock despide su temporada ( ¿ o la serie
? ), con un episodio muy “moffatiano”, si me permitís la expresión, para lo
bueno y para lo malo: lleno de giros dramáticos buscando la sorpresa del
espectador, aún a costa de perjudicar y ser infiel a la propia serie ( o no ).
La propia serie ya era una relectura moderna
de tan clásico personaje y sus aventuras, tomando como punto de partida ciertas
historias, con más o menos fidelidad, aunque la opción verdadera de la serie
era crear una serie de casos donde lo importante es la pareja protagonista ( y
sus secundarios ) y sus relaciones entre ellos más que el caso de la semana.
Eso ha ido a más, hasta llegar a una cuarta temporada donde no se han basado en
ningún libro en particular, más allá de los homenajes concretos a historias –
el título de este capítulo, sin ir más lejos , y que tiene una doble lectura:
como cita y como ¿ final anunciado de la serie ? – y donde lo primordial ha
sido ver la evolución de los personajes a partir de un hecho dramático
concreto, el cual me sigue pareciendo algo forzado tal cual se provocó aunque
luego el como se ha usado sí me convence, para llegar al canto de cisne de las
aventuras de Holmes & Watson. Quizás resulte demasiado chocante por ejemplo
la actitud de superioridad de Watson, por ejemplo, si bien al final asistimos a
la historia de una amistad y como dos personajes tan diferentes como nuestros
protagonistas al final se necesitan uno al otro mientras viven aventuras y
peligros.
Así la introducción de Eurus Holmes, la
hermana secreta y diabólica de Sherlock y Mycroft, se ha convertido en el gran
antagonista de esta temporada final, si bien la sombra alargada de quien ya
sabéis ( aunque esté muerto: no, no ha habido mega giro dramático volviendo de
los muertos ) sigue presente en su GRAN plan de venganza. Una innovación al
final acertada, o al menos más que el cambio impuesto en Mary Watson: si bien
tenia buena química con Holmes en pantalla ( casi como si un trasunto femenino
de Watson se tratara ) al final pareció una excusa para introducir (demasiadas)
escenas de acción así como el macguffin para el intríngulis dramático de los
tres capítulos, el anclaje para romper ( y volver a reunir ) a nuestra pareja
protagonista.
Esa aparición convertirá el episodio en un
duelo dialéctico y psicológico, casi una introspección freudiana de cuales son
las causas de la forma de ser del propio Sherlock Holmes dentro de una trama
oscura y violenta – el misterio de BARBA ROJA - , rocambolesca y con un extraño
happy ende en forma de (inesperada) reunión familiar al son de un dueto de
violines.
Antes viviremos un cara a cara con el último
problema final para Holmes y cía, un duelo donde Eurus, cual Hannibal Lecter,
será capaz de engatusar y controlar a quien quiera con su inteligencia y habla,
todo con el propósito de vengarse de una familia que le dio la espalda, unos
celos por su hermano pequeño que propician este particular silencio de los
corderos (aunque aquí poco silencio hay:
los diálogos entre Eurus y sus comparsas, o las apariciones estridentes de
Moriarty ….) con un acabado visual superlativo, como los diversos flashbacks
con los personajes insertados dentro del mismo – como el propio Mycrof, ya
co-protagonista casi de la temporada y “villano “ en cierta manera- y un duelo
actoral mayúsculo entre Cumberbatch y .
Mucho dirán que todo es demasiado rebuscado para acabar narrando el estado de
una mente enferma y como asocia ese dolor a provocar más y más sufrimiento en
su núcleo familiar, aunque al final acaba siendo un gran episodio más por sus
protagonistas que por la trama ; Moffat y Gattis buscan el shock del espectador
y a veces, igual que en Doctor Who, son demasiado juguetones con la misma, dan
vueltas de campana sin miedo a morir (narrativamente ).
Al final, vuelve a ser Mary quien dé una nota
final sobre esta pareja que, quien sabe, quizás vuelvan aunque para eso creo yo
pasará mucho y mucho tiempo, si se cumple….
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