Woody
Allen sigue fiel a su cita anual, allá donde le produzcan; después de su
cuarteto londinense, con la soberbia Match Point, la correctita Scoop y las
simpáticas Cassandra’s Dream y nunca conocerás al hombre de tus sueños; su
aventura barcelonesa (con parada en Oviedo) en la decepcionante Vicky Cristina
Barcelona rodó en Francia Midnight in Paris. Actualmente rueda en Roma.
Proyecto
muy publicitado debido a la presencia en el cast de Carla Bruni ( en un papel
corto y correcto), se trata del mejor trabajo de Allen de los últimos años,
junto con Match Point.
Después
de un montaje de postales de París ( lo peor del film, aunque obligatorio,
suponemos) nos cuenta las vivencias de Owen Wilson ( uno de los mejores alter ego que ha
tenido Allen) quien está de viaje en París con su prometida ( Rachel McAdams) y
sus suegros; allí se encontrará con unos amigos de su prometida ( un genial
Michael Sheen, haciendo de pedante snob americano y su novia) con los cuales
tendrán intercambios culturales.
Wilson
es un guionista de éxito de Hollywood ( en films comerciales y vacios) el cual
sueña con escribir una novela. Mientras prepara su futura boda ( razón por la
cual sufre ataques de ansiedad, los cuales espera que se paren una vez pase la
boda…) y su domicilio en Beverly Hills, él insiste en mudarse a París para
vivir una vida bohemia, para disgusto de su novia y suegros.
Tras
una noche donde Wilson cae borracho, será recogido por un taxi antiguo el cual
le transporta al París de los años 20 donde entre bares, fiestas, alcohol y
tabaco conocerá a Francis Scott Fitgeral y su mujer Zelda, Hemingway,Cole
Porter,Pablo Picasso y su amante Adriana ( una dulce Marion Cotillard) de la cual
Wilson caerá enamorado, Dalí (un desbocado Adrien Brody) y Luis Buñuel
(protagonista de dos de las mejores secuencias del film : primero Wilson les
intentará explicar a él, Dalí y otro surrealista sus viajes espacio-temporales
y posteriormente le recomendará el argumento del futuro film el discreto encanto
de la burguesía), etc
Allen a
través de un realismo mágico en uno de sus films más bellos gracias a la
fotografía de Darius Khondji y el acompañamiento musical de jazz de la época,
nos habla de la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Wilson no está
contento con su situación personal actual y quiere vivir en el ambiente de los
parisienses años 20 pero finalmente nos dará la clave del film: tras una
pesadilla-chiste ( en la cual Wilson sufre un ataque de ansiedad pero como vive
en el pasado no tiene pastilals pq no se han inventado aún…) llega a la
conclusión de que cualquier pasado es mejor debido a que el presente es
insatisfactorio, hay altibajos.
Con un
excelente Owen Wilson como su alter ego y una galería de ilustres secundarios (
en escenas llenas de apuntes culturales, los cuales no son nada cargantes)
Allen nos invita a la reflexión y a esbozar una sonrisa en cuanto a
resoluciones amorosas (ese bello plano final)
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