domingo, 17 de febrero de 2013

(TIENES QUE VERLA) House of cards (1990)

Banqueros que se jubilan con pensiones millonarias mientras (sobre)explotan el precio del suelo y el tocho para el sufrimiento de miles de familias, políticos que reciben trajes y demás “obsequios”, escuchas ilegales, miembros de la realeza corruptos.... El panorama político siempre está lleno de polémicas, donde parece que, en una demostración de la inmoralidad del ser humano de los últimos siglos, el político piensa más en su beneficio y su bolsillo que en el bien común, para el que se supone que trabaja. He puesto algún ejemplo de estos deslices a nivel nacional ( hay que ver como está el patio en nuestro maltrecho país ) aunque es un síntoma mundial.


Por ello está más de actualidad que nunca, y no solo porque esté a punto de estrenarse en España su versión USA ( el 21 de febrero en Canal + ) y ya está disponible en Estados Unidos mediante su curioso estreno en Netflix ( los 13 episodios estrenados a la vez ) , el drama político inglés House of cards ( 1990 ) dirigido por Paul Seed ( la temporada 1 y 2 ) y Mike Vardy ( la temporada final, The final cut ) con guión de Andrew Davies que adapta las novelas de Michael Dobbs. Esta soberbia serie inglesa es todo un ejemplo de la corriente política corrupta que asola el mundo estos días además de una ficción maestra en sus lineas narrativas y artísticas.


Por eso creo conveniente hacer un análisis breve de la primera temporada ( en posteriores, aunque más breves, artículos comentaré las temporadas 2 y 3 ) en base a una futura comparación con la versión estadounidense, un gran salto de Netflix en la construcción de ficciones propias y de una gran ambición ( 2 temporadas pactadas, 100 millones de dólares de presupuesto, David Fincher como productor y director de los dos primeros episodios; Kevin Spacey como protagonista absoluto, con un gran reparto de secundarios ). Además supone la inauguración de una nueva sección en el blog, TIENES QUE VERLA, donde desde noentiendoelfinal intentaremos hablar de series y películas que no tengan el reconocimiento justo, material de culto y/o semi-olvidado que merece ser visto y apreciado.

Nuestra sociedad está llena de ratas

El punto de partida de House of cards no puede ser más simple : Francis Urquhart ( un superlativo Ian Richardson ) es el jefe de grupo ( una especie de comandante de las tropas del partido ) de los conservadores y gracias a su buen hacer ha conseguido la reelección del primer ministro Henry Collingridge ( David Lyon ) a cambio de una cartera en el ministerio pero esta promesa es rota por el primer ministro. Entonces Urquhart usará toda su inteligencia y artimañas para vengarse y llegar a lo más alto.


La serie, de apenas 4 episodios de una hora de duración cada uno por temporada ( algo que, ya vaticino, puede ser un inconveniente en el show USA, de 13 episodios por temporada: las series británicas suelen ser más concisas y directas gracias a su duración, algo que, cuando es una buena ficción, aumenta su calidad ), es de un gran poder dramático, un cuento sobre la codicia, la ambición humana, la corrupción, donde se nos demuestra que la política es una inmensa farsa. Para ello se sustenta tanto en un guión muy inteligente tanto en su construcción como en sus decisiones morales como en una notable puesta en escena ( con un uso soberbio de la ruptura de la cuarta pared; más adelante comentaremos ) y un excelso trabajo de todos sus actores, con especial mención a Ian Richardson en uno de los papeles más atrayentes y ambiguos de los últimos años.

La serie , cuyo título House of cards o Castillo de naipes juega con un doble sentido ( House como parlamento; Cards como los miembros políticos con los que juega Urquhart ), nos muestra a un protagonista amoral, ambicioso, extremadamente inteligente e hipnótico en sus buenas palabras y monólogos, algo que es elevado a losm altares de las grandes actuaciones gracias a la labor de Richardson: sus miradas cómplices, ese latiguillo que ya es mítico cuando quiere hacer saber algo que piensa pero no lo dice directamente ( “ Yo me abstengo de hacer comentarios “ ), su tranquilidad aunque sabes que está urdiendo su siguiente paso. Por ello ese recurso de puesta en escena donde hay una ruptura total de la cuarta pared, es decir, que Urquhart se dirige directamente a la audiencia como si mantuviera un diálogo con nosotros, nos explica como funciona la política y las pobres almas humanas que son esos codiciosos aunque tontos políticos, nos lanza miradas picaronas, llenas de mensajes sin falta de palabras, cómplices. La labor del actor ( premiado con un BAFTA por su labor ) junto a este sorprendente y tan bien usado truco de puesta en escena se conjugan perfectamente para aumentar la calidad e interés tanto de la actuación del protagonista como de la serie en sí; además este recurso hace que nos sintamos cómplices con Urquhart, como si entablásemos una amistad con él, queremos que el protagonista triunfe en sus planes a pesar de sus amorales acciones, incluso delictivas. Nunca había sentido un acercamiento tal hacia tan ambiguo carácter televisivo, quizás con el Tony Soprano ( James Galdonfini ) de los Soprano.

El plano, aunque el show está lleno de numerosos momentos que ayudan a la descripción del protagonista, que mejor describe a Urquhart y a la propia ficción en sí, es un momento del primer episodio donde él está en un piso superior del parlamento mirando en contrapicado a los miembros de él y explicando sus planes futuros; mira a “sus juguetes” como si fuera un maestro titiritero, a la vez que suelta un monólogo hacia nosotros como si fuera un cura dando el sermón del domingo y sus feligreses ( nosotros, la audiencia ) estuviéramos absorbidos por su elocuencia.

La ficción está ambientada en el partido conservador, detalle nada casual, algo ejemplificado en uno de los primeros momentos de la serie donde Urquhart está mirando un retrato de Margaret Thatcher mientras comenta lacónico “ todo tiene un fin”; esta sentencia sirve tanto para ver como todo lo bueno desaparece como para ver anticipadamente como se puede acabar con cualquier cargo político o situación de cualquier índole.

La venganza de Urquhart será la de ir haciendo caer a miembros políticos uno a uno gracias a sus conocimientos de sus secretos como sus artimañas, y donde vemos una descripción de la debilidad del ser humano actual, llenos de deficiencias todas ellas alrededor del sexo, el dinero y las drogas: el miembro del parlamento que va a un prostíbulo y no sabe volver a la casa electoral ( lo que provocará que Urquhart compre su silencio con votos ), el adicto a la cocaína que está liado con su secretaria, etc. En esta primera sesión todo esto se podría resumir en el personaje de Roger O' Neill ( Miles Anderson ), miembro del partido que está constantemente resfriado ( es un adicto a la cocaína, algo que usará Urquhart para sus propios beneficios ) y liado con secretaria Penny ( Alphonsia Emmanuel ) a la cual él mismo usará como “acompañante” de altos miembros políticos, en una demostración del papel y poder de la mujer en esta serie ( algo que comentaré más adelante ). O' Neill será obligado a efectuar un montaje para chantajear al primer ministro a través de su hermano, con problemas alcohólicos (pero aún así el personaje más sincero y puro del show), con la compra de unas acciones de una industria farmacéutica que aumentarán su valor gracias a los trucos de mercado de Urquhart, a convencer a Penny de que vuelva a salir con un político ( con el cual acaba en la cama y ese encuentro es grabado, de cara a un futuro chantaje hacia el hombre ). Este personaje es un ejemplo de todas las deficiencias del ser humano, un compendio de nuestros defectos en beneficio del placer rápido e insignificante.

EL Plano: Urquhart cazando pájaros mientras se cuecen sus planes de venganza.

Y es que la política parece decirnos el show es un mundo podrido y corrupto, de ahí que el director inserte numerosos planos de ratas por Londres, en una metáfora de la sociedad y estamentos de poder retratados. Fijarse en el plano de la rata que es perseguida por un gato ( la periodista Mattie Storin que sigue investigando los extraños casos del parlamento ) y cazada finalmente ( la periodista acercándose a la verdad); el propio Roger O' Neill es asesinado con ¡¡ veneno de ratas!!.



LA MUJER COMO SÍMBOLO DE SUMISIÓN MASCULINA

Pero no solo estamos ante un thriller político sobre la ambición y la corrupción, sino que en la introducción de un personaje femenino protagonista como es el de la periodista Mattie Storin ( Susannah Harker, la cual realiza una estupenda interpretación, sin acobardarse de su constante cara a cara con Richardson, o beneficiándose de ello ), lo cual sirve para introducir un discurso sobre el mundo del periodismo, con la trama conspiratoria de la investigación de ella ( al más puro estilo Alan J. Pakula y su seminal todos los hombres del presidente ), hablar del conocimiento u información como herramienta de poder ( algo de lo cual se beneficia constantemente Urquhart ) así como una enfermiza relación amorosa entre Mattie y Urquhart, de elevada concepción freudiana ( como ella le llama “papá” ).

Y es que la mujer tiene una gran importancia en la serie, a pesar del protagonismo cuasi exclusivo de Richardson, como la propia Mattie o un carácter secundario con un gran poso dramático como es el de la mujer de Urquhart Elizabeth Urquhart ( una víbora Diane Fletcher, la cual ganará protagonismo en las siguientes temporadas ) , la cual es aún más despiadada que el protagonista, actuando desde las sombras y capaz de ir todo lo lejos que sea necesario para que su marido consiga sus objetivos; ella es la que lanza a éste a que tenga un affaire amoroso con Mattie de cara a probar la lealtad de la periodista ( la cual peca por su sed de gloria y éxito, sinónimo de poder en su profesión; es tan ambiciosa como el propio Urquhart, podríamos decir ) y como ella, de manera fría y calculada le dice a su esposo “ lo entenderé” en cuanto a que él deba concebir el acto sexual con la joven chica, le da su permiso pues ella parece ser el único ser humano me atrevería a decir al cual Urquhart respeta y pide consejo ( como si fuera la Irene Adler de Sherlock Holmes ).En esta tramalos Urquhart parecen una revisión actual de La Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, protagonistas de las amistades peligrosas de  Pierre Choderlos de Laclos en 1782.


El retrato de la joven Mattie, una periodista joven, inteligente y enérgica, la cual cae en los brazos de Urquhart tanto por respeto hacia la inteligencia de él ( algo que la hace más inteligente a ella, progresa en su profesión ) como por su hambre de gloria y donde el guión no se acobarda y da un paso adelante en la descripción de esa relación amorosa que se entabla entre el político y Mattie, donde ella es una jóven ¿huérfana? A la cual sus superiores no aceptan sus artículos y acaba llamando a su amante “papá” tanto en la concepción freudiana del término como en el hecho de que Urquhart le esté enseñando lecciones de la vida, la hace progresar moralmente y profesionalmente.


En esta enfermiza relación podemos hablar también de la importancia del SEXO como arma para chantajear, como muestra de poder y debilidad del ser humano: la propia Penny obligada a prostituirse, la mujer del político que tiene el affaire con la secretaria la cual le dice a su marido “soluciónalo ya, y dime si tengo que hacerme la prueba del sida”. Las mujeres parece ser que son quienes en verdad tienen el poder sobre los hombres, animales ambiciosos pero controlados por una fémina.

EL diálogo: “ Podría ser tu padre; No sé como llamarte: te llamaré papá “

Así hay que destacar la importancia de la mujer en el show, y en la sociedad británica por extensión; es más,la mejor metáfora es que para ostentar el poder el primer ministro debe ser investido por la reina.....


Más actual que nunca

Urquhart, al cual no podemos dejar de admirar a pesar de sus malas artes, conseguirá su propósito, pasando por encima de todos incluso llegando a mancharse las manos literalmente, como demuestra ese tenso final en la azotea del parlamento, el cual sirve como final cerrado y a la vez cliffhanger ( pues cierta grabadora con confesiones de Urquhart grabadas ha caído en manos de alguien.. ) en otra demostración del gran guión, conciso inteligente y elocuente en su construcción. Uno de los mejores finales de temporada posibles, de una construcción dramática demoledora en sus consecuencias.Eso sí, el personaje saldrá tocado de esa decisión final, algo que repercutirá en su conciencia ( algo explotado en la segunda temporada).

El plano: Urquhart en su coche camino del número 10 de Downing Street : “ NO me miréis, no me juzguéis, debía de hacerlo “

El show es por ello más actual que nunca, tanto por la situación política que describe y que estamos cada día viendo nuevos escándalos en los noticiarios, como por sus múltiples logros artísticos y técnicos: la actuación de Ian Richardson es un ejemplo de contención dramática y exposición de emociones con una simple mirada o gesto, acompañado de unos excelentes secundarios, donde destacaría a las actrices Susannah Harker y Diane Fletcher. El uso de la ruptura de la cuarta pared es una de las acciones de puesta en escena más inteligentes tanto en su uso dramático en descripción de personajes como en la captación de interés del público y el guión es una pieza de cámara que funciona como un reloj, lleno de detalles inteligentes, (a)morales y una perfecta construcción y desarrollo. Una serie a descubrir y disfrutar, además de ser un show inteligente y profundo.


Esta misma semana podremos ver como ha sido versionada la serie en Estados Unidos, con un ambicioso proyecto de Netflix si bien las primeras críticas no son nada positivas; parece ser que la serie se cree más buena de lo que es, si bien no quiero entrar en juicios hasta su próximo visionado y comentario en los primeros días. Su plantel artístico y técnico me llama mucho la atención, además de contar con un actor tan solvente como Kevin Spacey, el cual lo tiene muy difícil superar a Ian Richardson. A ver también si han respetado el uso de la ruptura de la pared, aunque también vaticinio que no creo que el show USA sea tan atrevido ni escandaloso en su concepción dramática, ¿ llegará tan lejos como la ficción británica?


Si bien ya podría hablar de que ha habido un remake americano de la inmejorable ficción británica en Boss (2011-12 ) donde podríamos comparar el retrato que se hace del alcalde de Chicago ( Kelsey Grammer ) y sus malas artes para conseguir seguir ostentando el poder. Si bien la serie, ya cancelada, es del canal Starz, por lo que todo lo que es sugerido de una manera elíptica e inteligente en House of cards aquí en Boss es explotado de la manera visual más directa posible. Todo lo que es sutilidad en Inglaterra, es explotación directa en USA.

El cartel de la 2ª temporada de Boss es un ejemplo perfecto de demostración de la falta de sutilidad de este remake inconfeso de House of cards


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