martes, 29 de enero de 2013

(Crítica) Las sesiones


Ya no soy virgen


En los oscuros y difíciles tiempos que vivimos, donde el día a día es una dura cuesta para miles, millones de personas, no está de más ver historias tan reales como duras como la que nos cuenta las sesiones, agradable, optimista y bienintencionado relato sobre la vida del poeta Mark O’ Brien.

El auténtico Mark O'Brien

O’ Brien sufrió polio siendo un niño y desde los seis años solo podía mover la cabeza, a la vez que necesitaba aire asistido para poder respirar. Pero su espíritu de superación e interés le hicieron estudiar en la universidad convirtiéndose en un célebre poeta; así lo vemos en el prólogo del film con imágenes de archivo reales sobre esa etapa de la vida del escritor. Católico de educación ( sus conversaciones con el cura encarnado por un acertado William H. Macy son de lo mejor de la cinta ), la historia se centra en el momento en que a O’Brien le encargan un artículo sobre el sexo de los discapacitados, encargo que coincide con la lívido abultada del propio escritor quien, por razones físicas, se ha visto incapacitado de copular en sus 34 años de vida.



Por ello el poeta cambiará a su cuidadora, de la cual se enamora y confiesa sus sentimientos, pero la chica reniega en primera instancia de él. Buscando consejo entre las confesiones con el cura y amigos, acabará contratando a una terapeuta sexual ( una fantástica y desinhibida Helen Hunt, nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto ). Ésta, en una tanda de seis sesiones como máximo, indagará en las deficiencias físicas de él, pero sobretodo en su mente y educación católica, la cual hace que tenga problemas para llegar a una penetración sin eyacular precozmente; el poeta cree que debe acceder al matrimonio primero y además se culpa del sufrimiento de sus padres por cuidar de él así como de la pérdida de su hermana pequeña debido a que sus progenitores estaban ocupados cuidando del niño enfermo.

Cuestión de actores

El acceso a una historia que podría ser terriblemente dramática, como hemos visto en otros films protagonizados por discapacitados como mi pie izquierdo ( Jim Sheridan, 1989 ) o la escafandra y la mariposa ( Julian Schnabel,2007), en cambio es un sencillo relato luminoso y alegre, donde vemos la lucha de O’ Brien por llegar a mantener relaciones sexuales satisfactorias.

Es curioso el tratamiento de la religión ( O’ Brien y sus dilemas morales que provocan su insatisfacción sexual precoz; como duerme bajo la mirada de ese retrato de la Virgen María; el hecho de que la terapeuta –atea - se convierta al judaísmo para hacer feliz a su marido y suegra ) así como del sexo, del cual se habla y muestra sin tapujos. La dirección de Ben Lewis, curtido en la televisión británica, es sencilla y directa, dejando el peso del relato a sus fantásticos actores, así como de un agradecido sentido del humor inherente a su protagonista.



Y aquí encontramos lo mejor de la cinta, con ese trío de protagonistas fabuloso: desde ese cura encarnado por H. Macy ( el cual recordemos actualmente está triunfando en televisión como el padre amoral y ruin de la versión USA de Shameless ) y sus conversaciones sobre sexo y demás fantasías con O’ Brien, pasando por la terapeuta encarnada por una valiente Helent Hunt, la cual no duda en sus numerosos desnudos integrales pero también lleva a cabo un desnudo emocional muy llamativo – citar su reacción cuando recibe el pago de la última sesión o su lectura del poema escrito por el poeta hacia ella - , algo acentuado con su química con el protagonista. Hunt vuelve por la puerta grande, después de ganar el Oscar por Mejor imposible y tener unos años de ostracismo.

Y es que las sesiones demuestra, por si alguien no lo había notado, el talento de John Hawkes, ascendente actor que después de sus trabajos en destacadas series ( como Deadwood de HBO ) salió a la luz con su nominación al Oscar por Winter’s Bone ( cinta que también descubrió a Jennifer Lawrence ) en esta cinta demuestra una humanidad y su explosión de sentimientos a pesar de que solo puede actuar con la cabeza. Pero el fino sentido del humor que irradia el poeta, sus penetrantes y expresivas miradas, hacen que su interpretación no caiga en las convenciones tópicas y nos regale un carácter vitalista y atrayente. Además su química con el resto de los actores es suprema: sus conversaciones con sus cuidadores o con el cura son impagables, sus respuestas agudas y divertidas o su relación con la terapeuta, conmovedora y nada maniquea; dicen que para ser nominado y/o ganar un premio de la academia de Hollywood debes encarnar a un retrasado o discapacitado, Hawkes ni siquiera ha sido nominado a pesar de que su labor es una de las más difíciles pero a la vez completas del año.

Que no os engañe la premisa del film, pues no estamos ante un film dramático ( que lo es, en el buen sentido: su clímax ) ni maniqueo ( como indomable, ese tramposo film francés de éxito desorbitado… ) sino agradable, modesto para con sus intenciones y con unas interpretaciones muy muy remarcables. Un soplo de vida, una alegría valga la paradoja.

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