La humanidad del mito
El film se abre con una sucia y física escena de batalla, donde vemos a los ejércitos del norte y del sur matarse en un territorio enfangado usando sus bayonetas. Su director Steven Spielberg parece que nos llevará de nuevo a los tiempos de su realista Salvar al soldado Ryan (1998), pero no: ésta será la única escena grandilocuente de guerra.
Su acercamiento a la figura del presidente Abraham Lincoln, un proyecto largamente acariciado durante años en que concretó su manera de acercarse al mismo y con la pérdida del actor protagonista inicial, Liam Neeson (quien declinó el carácter debido a que ya se sentía mayor para encarnar al presidente), es de una óptica humanista y cuasi íntima, una pieza de cámara a pesar de la grandilocuencia y acabado técnico de la cinta, en un biopic que no recurre a las artes de este género sino que se centra en un detalle concreto (y tan importante en la historia de los Estados Unidos) como fue la aprobación de la Enmienda 13 que abolía la esclavitud, para establecer los principales rasgos, hechos históricos y figuras que transcendieron alrededor de tan importante personaje.
En 1865, mientras la Guerra Civil
Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone
la instauración de una enmienda que prohíba la esclavitud en los
Estados Unidos. Sin embargo esto presenta un gran dilema: si la paz
llega antes de que se acepte la enmienda, el Sur tendrá poder para
rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después,
cientos de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera
contrarreloj para conseguir los votos necesarios, Lincoln se enfrenta
a la mayor crisis de conciencia de su vida.
El film se beneficia de unos actores en estado de gracia. Daniel Day-Lewis no actúa sino que se convierte en Lincoln: su manera de andar,su porte decidido y carismático, su mirada cansada, su deje en la voz; el actor inglés aporta un gran talento y dedicación cuasi enfermiza a su rol, a la vez que gracias a su labor y la de un guión milimétrico e inteligente del dramaturgo Tony Kushner (autor de la sensacional Angels in America), humaniza a tan mítico personaje. De ello se beneficia sus escenas con sus familiares directos caso de su enferma mujer Mary Todd Lincoln (una estupenda Sally Field), la cual aún está dolorida por la pérdida de un hijo (ver la discusión entre la pareja, cuando él le confiesa que "recuerda cada día a su hijo fallecido") o su hijo Robert Lincoln (el omnipresente y ascendente Joseph Gordon-Levitt) el cual quiere alistarse al frente para hacer algo (su escena donde contempla una fosa común y la mirada del actor denotan tales ideales), siendo destinado a las órdenes del capitán Ulysess S. Grant (Jared Harris). Ambas escenas, a un gran nivel interpretativo, sirven para darle una pátina humanista al mito histórico, si bien también se pueden considerar los momentos de guión más endebles, y que funcionan a un ritmo diferente al de la otra parte de la cinta.
Y es que sorprende Lincoln en su introducción de un fino sentido del humor (los comentarios del presidente después o preparando sus largos y elaborados discursos; todo lo concerniente al personaje de W.N. Bilbo, un sensacional, irreconocible y portentoso James Spader; sí el de Crash de David Cronenberg) así como su estructura de thriller político en todo lo concerniente a la votación de la enmienda 13. Esa parte de la cinta, donde Lincoln y su gabinete necesitan 20 votos para poder confirmar el Sí a la misma, es vibrante, emocionante, llena de detalles soberbios y tensa, a pesar de que sabemos como acabó todo. En esta parte del relato podemos ver la contradicción del presidente, empeñado en votar la ley que permita la igualdad entre hombres a pesar de que debe continuar con una guerra que está dejando huérfana y viuda a cientos, miles de personas (así se lo hace saber Preston Blair, encarnado por el veterano Hal Holbrook) a pesar de tener una oportunidad de negociar la paz, reunión que se pospone hasta poder haber aprobado dicha enmienda. Los discursos morales de la historia, el evitar guerras futuras a pesar de sufrir una terrible guerra presente, contradicciones que tuvo que afrontar Lincoln.
En esa votación, además de ver los tejemanejes por conseguir esos preciados veinte votos y todas las artimañas llevadas a cabo por el comité formado por Bilbo, Robert Latham (John Hawkes) y Richard Schell (Tim Blake Nelson), llenas de humor, sobresale un personaje clave para la historia y uno de los mejores roles de la cinta, Thaddeus Stevens, encarnado por un portentoso Tommy Lee Jones (¿segundo Oscar para el veterano actor, por favor?), el cual tendrá una duras batallas dialécticas en el congreso,llenas de improperias pero elocuentes palabras, así como esa soberbia escena después de la votación SPOILER donde Sullivan se lleva la enmienda recién aprobada y que sintetiza el ideal de igualdad necesario en un país herido cuasi de muerte en sus desigualdades.Esa argucia dramática, además de un poderoso e inteligente golpe de guión, sirve como metáfora de la importancia de la aprobación de esa histórica ley de igualdad
Todos los actores ( y hay más de 140 en la cinta ) están a un nivel portentoso, demostrando la buena faena de casting así como la labor de su director en la dirección de actores. Sea su labor mayor o menor, con más o menos presencia en pantalla, el elenco actoral eleva la cinta a niveles elevados de calidad. Citar las labores de Lee Pace ( criando malvas ), David Strathairn ( buenas noches y buena suerte ), Jackie Earle Haley ( Watchmen ), Bruce McGill ( Collateral ) entre muchos otros.
Spielberg vuelve a estar portentoso en su puesta en escena, agraciado por su equipo técnico. Desde la fotografía de Janusz Kaminski hasta la dirección de arte y esa banda sonora del maestro John Williams (ver ese tema a piano cuando Lincoln visita el campo de batalla), todo surge a un gran nivel. Parece que, después de la excelente Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio y Caballo de batalla, el director vuelve por la puerta grande con una cinta que ha triunfado a nivel artístico y comercial, inesperadamente. Un breve comentario acerca de su anterior cinta, donde adaptaba una obra de teatro sobre un niño y su caballo y donde para mí fracasó estrepitosamente en su empeño de ser emocional sin llegar a conectar con la historia, además de contar con una fotografía desbocada; vista ahora, parece que Caballo de batalla era un preludio insatisfactorio para esta gran Lincoln.
Spielberg vuelve a estar portentoso en su puesta en escena, agraciado por su equipo técnico. Desde la fotografía de Janusz Kaminski hasta la dirección de arte y esa banda sonora del maestro John Williams (ver ese tema a piano cuando Lincoln visita el campo de batalla), todo surge a un gran nivel. Parece que, después de la excelente Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio y Caballo de batalla, el director vuelve por la puerta grande con una cinta que ha triunfado a nivel artístico y comercial, inesperadamente. Un breve comentario acerca de su anterior cinta, donde adaptaba una obra de teatro sobre un niño y su caballo y donde para mí fracasó estrepitosamente en su empeño de ser emocional sin llegar a conectar con la historia, además de contar con una fotografía desbocada; vista ahora, parece que Caballo de batalla era un preludio insatisfactorio para esta gran Lincoln.
Los ambientes cerrados, Lincoln en su despacho, que huele y siente a habitación donde se han pasado horas y horas negociando, pensando, hacen de la cinta una pieza de cámara íntima. Y es que Spielberg se vuelve a guardar otro as en la manga para solucionar la escena del asesinato de Abraham Lincoln, usando aquí la mirada de un niño pequeño, en un momento inolvidable y que hacen aún más cercana y humanista la cinta. Al igual que Katrhyn Bigelow en la excelente La noche más oscura (donde en un momento concreto convierte otro hecho histórico americano importante, la caza y captura de Osama Bin Laden, en una venganza personal de la analista Maya), Spielberg en su mano maestra convierte esta grandilocuente y enorme película histórica en un pequeño relato cercano e íntimo.
Además citar el discurso final con el que se cierra la excelente cinta, donde el presidente aboca a un sufrimiento actual para evitar guerras futuras y, que escuchado hoy, suena a utopía vista las deficiencias morales y de demás índole del ser humano en los violentos confrontamientos posteriores de la historia.
Además citar el discurso final con el que se cierra la excelente cinta, donde el presidente aboca a un sufrimiento actual para evitar guerras futuras y, que escuchado hoy, suena a utopía vista las deficiencias morales y de demás índole del ser humano en los violentos confrontamientos posteriores de la historia.
LOS PREMIOS: La cinta es la más nominada de los 85 premios Oscar, con 12 nominaciones, entre ellos mejor película, director, actor, actriz secundaria y actor secundario.
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Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!
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