Violencia y
justicia en nuestros días ( la violencia vende )
ATENCIÓN: El siguiente artículo contiene SPOILERS, avisados estáis
Una
joven drogada, desorientada, herida y amnésica se despierta
desconcertada en un apartamento; tiene heridas en sus muñecas y hay
pastillas por toda la moqueta ¿ ha intentado suicidarse? Además de
un dolor fuerte de cabeza, que se alterna con extrañas visiones o
recuerdos breves, ve en diferentes monitores y pantallas un símbolo.
Sale a la calle y ve como la gente la mira impasible mientras es
grabada con smartphones. De repente surge un encapuchado ( con el
mismo símbolo de las pantallas en el gorro que tapa su cara ) y la
persigue con una escopeta mientras la gente sigue grabando….
Éste es el
punto de partida del segundo episodio de esta nueva tanda de
reflexiones sobre el influjo (negativo) de la tecnología en la
actualidad, donde Charlie Brooker, guionista y alma pensante del
show, vuelve a ser incisivo e ir a por todas, con un episodio
polémico que está unido en espíritu con el episodio “the national Anthem “
sobre el secuestro de la hija de la reina y el requisito que piden
por su libertad al primer ministro inglés.
Con
una narración muy tensa, en un cuidado control del tempo de la
propia historia ( comienza con una situación misteriosa, hay una
persecución/huida y tras un breve momento de calma la protagonista
vuelve a huir ), donde ayuda mucho el uso de la cámara en mano para
transmitir nerviosismo y la desorientación que sufre , la
protagonista, de la cual no sabemos nada excepto
breves flash-backs que le vuelven a ella donde parece ver a su
prometido a una hija suya.
Así
se verá huyendo de “los cazadores”, humanos que parecen salidos
de Hostel o cualquier Torture Porn, mientras las calles están llenas
de “los espectadores”, gente que graba toda la acción
constantemente y parece disfrutar con ello; citar ese espectador que
mientras graba le suelta una sonrisa malévola a la protagonista,
como si disfrutara con su sufrimiento… Y es que las calles
desiertas parecen un gran plató donde la gente ejerce como voyeurs
del siglo XXI, usando sus teléfonos inteligentes como una extensión
de su mirada; a Hitchcock esto le hubiera encantado. Así la trama
sirve como crítica hacia las nuevas tecnologías que pervierten
nuestra mirada, citar la frase que se escucha en un momento del
capítulo: “ los teléfonos son
peligrosos”.
Pero,
como en el anterior y soberbio episodio ( poner link ) Brooker y
compañía no se paran en esta ya de por sí interesante trama, con
cierto aire a ciencia ficción en la extrañeza del comportamiento
humano o ese símbolo omnipresente en todas
las pantallas, sino que dan un paso más allá y ponen en marcha un
discurso sobre el uso de la violencia para captar audiencia así como
un posicionamiento (a)moral sobre la justicia en estos días tan
grises que vivimos, como el individuo opta por coger la justicia por
su mano a la vez que la violencia vende en la televisión, internet y
otros medios ( esas referencias al slasher o torture porn que tanto
han contaminado el cine de género de los últimos años ). Como
siempre, y más en esta serie, es mejor ver la trama sin conocer
apenas nada de ella y dejarnos sorprender por las ideas
revolucionarias y agudas de Charlie Brooker; si no habéis visto el
capítulo, no leáis el siguiente párrafo.
Nos
presentan SPOILER una trama criminal donde la verdadera identidad de
la protagonistas así como sus hechos pasados salen a la luz y vemos
como todo es un gran programa ( rodado dentro de un parque, el White
Bear Justice Park, como si de un circo o zoo se tratara )
retransmitido a la vez que grabado por la propia audiencia con sus
teléfonos, y donde se castiga a la protagonista por sus terribles
hechos criminales pasados. Así veremos como todo es un montaje
donde la ajusticiada es obligada a sufrir una y otra vez, día tras
día, la misma persecución, como un castigo eterno, igual que
Prometeo fue obligado a que le comieran las entrañas una y otra vez.
Citar la similitud entre las calles violentas y el bosque, donde hay
aún más violencia, o ese momento en que protagonista es
transportada en un vehículo con cristales (como si fuera un
papamóvil ) hacia su ejecución, como si fuera a la hoguera ( los
acompañantes del coche llevan antorchas en sus manos ) como si del
Medievo estuviéramos, incluso una mujer del público le grita “bruja asesina “ FIN SPOILER
Así
la serie nos trae un episodio cargado de debate, en el uso de la
violencia hoy en día como captación de audiencia ( actos
repudiables que, sin embargo, no podemos dejar de mirar; recordar las
excelentes escenas del episodio ) y por otro lado la fina línea
que describe la justicia en estos días tan violentos, con un caso
que puede traernos a la memoria el de la real
Destacar
la actuación de Michael Smiley,
actor secundario que pudimos ver en la segunda temporada de Luther, o
en films como Kill List; asimismo, y para unir dos shows
imprescindibles de este 2013, Smiley también actúa en Utopía. Así
como de su protagonista, Lenora Crichlow, la fantasma de la original Being
Human ( 2009- 2013 )
Un
episodio que está un paso por detrás del excelente pero que aún
así sigue dejándonos en una posición incómoda a la vez que surge
el debate en cuanto a los diferentes temas propuestos, en una serie
única, reflexiva y contundente.
ACTUALIZACIÓN:
Añado esta pequeña reflexión después de ver el debate surgido en
redes sociales (¡que mejor medio para comentar la crítica, para
con ellas, Black Mirror! ) y blogs sobre la búsqueda gratuita de
polémica con este episodio así como de su para muchos muy tramposo
twist dramático en el giro que hay en la segunda parte del episodio.
Si
bien choca ese giro dramático a mi no me resulta tan gratuito ni
tramposo, aún a pesar del debate que surge del mismo ( donde tiene
mucho que decir el posicionamiento político de Charlie Brooker ): en
el inicio del episodio esos breves conatos de flash-backs junto a la atmósfera enfermiza que se va construyendo ya nos hace pensar en lo
peor. Así el uso de ese “gran espectáculo” como motor de
justicia ciudadana sirve tanto para reflexionar sobre el ojo por ojo
o la petición de condenas más duras ( o la falta de ellas, más
bien dicho; el irregular sistema judicial de nuestros días ) así
como la cultura de consumo audiovisual, donde la violencia vende sin
a veces pensar en sus consecuencias morales; en este aspecto el
episodio se une tanto a capítulo cerdo como a la miniserie del
propio Brooker Dead Set.
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