El cine de metraje encontrado o found footage
es una manera de realizar películas de una manera barata, rápida y ( pocas
veces ) efectiva, que da lugar a grandes éxitos como la película “fundacional”
de este sub-género como es el proyecto de la Bruja de Blair ( The Blair witch
Project, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999
) o las recientes Chronicle ( Josh Tank, 2012 ) o Afflicted (Derek Lee y
Clif Prowse , 2013; vista en este Sitges 2013 también ) pasando por cintas
deficientes y casi gratuitas como la saga Paranormal Activity.
Ahora la nueva propuesta del australiano Andrew Traucki , tras su entretenida Black
Water y , supone una mezcla de
documental natural y cinta de terror sobrenatural contando las aventuras de un australiano conservacionista de los leopardos quien se adentra en la remota selva de Indonesia con su hermano, realizador de documentales. Allí quieren investigar el supuesto avistamiento de una especie de leopardo. Su viaje a la selva se vuelve cada vez más extraño y siniestro cuando perciben que están siendo acosados por un depredador mortal e invisible a sus ojos.
La cinta de Traucki abraza el cine de found
footage de la manera más aburrida y previsible posible, dándonos un relato nada
enérgico, aburrido y sin nada nuevo que contar. Ese pretendido misterio, con
raíces religiosas como el protagonismo choca con el buscador Adi ( Igusti
Budianthika ) quien es un hombre profundamente religioso y creen que se van a
encontrar con el demonio en sí mismo. El desarrollo de la trama es tedioso, sin ninguna preocupación por crear tensión hasta llegar a un tercer acto vergonzoso, por su manera descarada de copiar clímax ( mucho mejor conseguidos ) como el de la primera REC de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Traucki demuestra cero en imaginación, creación de una tensión o entretenimiento, la peor cara de una manera de hacer cine cansina y desgastada.
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