(Crítica) Al filo del mañana

Insert coin, Mr. Cruise

Algo hay que reconocer a Tom Cruise: es perseverante y trabajador: el Cholo de Hollywood. Pasada su fase de “películas-de-Óscar”, ha sabido reciclarse en un héroe de acción atípico. Formando parte de la realeza del star system norteamericano, es una rara avis dentro del sistema. Como muestra, el film que nos ocupa: Al filo del mañana, uno de los mejores blockbusters de los últimos años: espectacular, épico, con alma y, sobre todo, puñeteramente divertido.

Cruise, que según IMDB tiene 52 años (supongo que habrá vendido su alma a Xenu, para conservarse así), le cogió el gusto a la ciencia ficción de gran presupuesto tras su experiencia con Oblivion (de Joseph Kosinski, autor de TRON: Legacy; director muy poderoso visualmente, el día que le den un buen guión será la ostia), un filme mucho más convencional y con conceptos más trillados que Al filo del mañana, pero que aun y así representaba una de las mejores aportaciones recientes a la ciencia ficción de gran consumo.

  

Al filo del mañana es muy diferente, tanto en el planteamiento de la historia, como en su desarrollo. En la que es, sin duda, la mejor película de Doug Liman desde El Caso Bourne (2002), nos presentan un futuro cercano donde una poderosa raza extraterrestre ha invadido la Tierra (empezando por Europa, por una vez; nótese que no llegan a entrar en España. Ni los aliens nos quieren…) colonizando a casi toda la humanidad. Ciertamente, el planteamiento es rancio, gastado, usado tantas veces que ha perdido color y elasticidad. Es cierto que los países occidentales reflejan en sus obras artísticas el malestar y el miedo surgidos de una sociedad en crisis moral y económica, pero iría bien dejar de usar a zombis, extraterrestres y seres gargantuescos como metáforas. El planteamiento insiste en seguir cogiendo elementos de otros filmes recientes, como Pacific Rim. Donde en la película de Del Toro había robots gigantes, aquí tenemos un exoesqueleto de combate que en manos de un director más sórdido e interesante nos hubiera llevado a la exploración de aquello que Cronenberg tan bien dominaba: la nueva carne. Evidentemente, y teniendo muy claro lo siguiente, estamos ante un blockbuster del carajo, así que el aparatejo de marras poco más nos brindará más allá de unas espectaculares escenas de acción. Y no es poco.

Entonces, ¿por qué es tan especial esta película veraniega? Por un excepcional juego narrativo, intrínsecamente ligado con la trama. A raíz de cierto incidente de Cage (Tom Cruise), con una de las criaturas alienígenas (que no se explicará aquí, no es el objetivo de este comentario el destripar nada sustancial; además, fuera de contexto todo el razonamiento no deja de ser ciertamente ridículo) éste despertará al inicio del día tras morir, una y otra vez. Obviamente, la sombre de la maravillosa, increíble y clásica Atrapado en el tiempo (1993)[1] se ve a kilómetros, pero más allá de la coincidencia en el planteamiento, las historias poco o nada tienen que ver (más allá de la obviedad que acompaña a todo personaje en un film americano: arco de personaje, evolución, etc). Por momentos, el film huye de la narración clásica hollywoodiense, sin adentrarse, eso sí, en experimentos extremos. Será quizá más accesible a determinado target de público: aquellos que estén acostumbrados al mecanismo de los videojuegos de acción: shooters, beat ‘em up’s y demás, con su mecánica de error y repetición. Sin ser una adaptación de videojuego, es la mejor representación en pantalla de lo que supone tal experiencia. Idea tan peregrina, que en los últimos años incluso está siendo sometida a menosprecio en el mundo de los videojuegos –donde se critica la linealidad de ciertos FPS, los “pasilleros” tipo Call of Duty, y se ensalza la prerrogativa de que todo juego de acción actual deba ser un puñetero sandbox: mundo abierto tipo GTA y sucedáneos- funciona de forma excepcional. Como siempre, no sé de quién es más mérito: si de los guionistas Jez Butterworth y John-Henry Butterworth (los hermanos Butterwoth, y son varios, son todos guionistas o productores; sus comidas familiares deben ser la risa) que firman un guión [2] convenientemente revisado por el nuevo colega de Cruise, Christopher McQuarrie, director y guionista de Jack Reacher y de la próxima entrega de Misión Imposible, o del director, Doug Liman. Es primordial, para que funcione esta narración, el fantástico montaje, con un uso excepcional de las elipsis, y un equilibrio de tonos nada desdeñable: obviamente, estamos ante un drama épico de acción sobre el fin de la humanidad, pero los toques de humor, en algunos momentos cercanos a la parodia (en especial gracias a la siempre agradecida y, para muchos, nostálgica presencia de Bill Paxton), equilibran la película, de ritmo impecable, y crean un universo creíble.

¿Se le podría achacar algo a este aspecto de la narración? Los más puristas podrían no estar de acuerdo con ciertas trampas del guión —o del montaje—, como el cambio de punto de vista que tiene el film en ciertas elipsis. Empezamos teniendo a Cage como único referente pare de repente ver que tenemos la misma información que su compañera Rita (Emily Blunt). ¿Es una trampa? Sí, desde luego, pero sustenta gran parte de la magnífica narración. En este caso, el modo de llegar a la información, con las elipsis que nos brinda el montaje, es uno de los mayores méritos del film. Un ejemplo nada desdeñable, no sólo de avanzar en la historia, sino de conocer a unos personajes que poco a poco se nos van formando en base a pequeñas pinceladas. Y eso, en un filme de acción tan descomunal, donde normalmente el propio concepto mediático que se tiene de Cruise se come a sus personaje, es un enorme mérito.

Pese a este planteamiento tan original, la película, como enorme blockbuster que es, proporciona unas explicaciones aptas para el gran público, además de mantener su estructura básica en tres actos (de hecho, la narración fragmentada está casi enteramente encuadrada en el segundo bloque) y sus puntos de giro cada X minutos —Syd Field estaría orgulloso— dándonos un último tercio mucho más previsible y con un ultimísimo giro final incoherente y conservador. Pese a ello, el film consigue, en un gran acierto del guión, pese a lo loco de la propuesta, pese al humor que inunda todo el entramado, transmitirnos la sensación de que, en medio de una historia espectacular y mastodóntica, con un nivel de fotografía, efectos y sonido al mayor nivel esperable en este tipo de producciones, tenemos unos personajes humanos, cercanos y que consiguen transmitirnos la fragilidad de la vida.

[1] Otras referencias inevitables de la película en cuanto a ciencia ficción reciente: Starship Troopers —no sólo por la amenaza alienígena y su configuración como especie (en lo que parece más una falta de originalidad y agarradero fácil de guión que un homenaje), sino especialmente por una evidente y nada soterrada crítica al estamento militar y a la maquinaria publicitaria que conlleva— y, especialmente por su estética y diseño visual, Matrix.

[2] Reconozco desconocer la novela gráfica en la que se inspira la película: All you need is kill, escrita por Hiroshi Sakurazaka y dibujada por Yoshitoshi Abe.