En sucesivos planos nos encontramos
diferentes funerales enmarcados en variados religiones los cuales coinciden en
la falta de público, donde solo se encuentra John May ( estupendo Eddie Marsan,
otro de esos secundarios que por fin encuentra un protagonista a su altura ).
Ese encadenado de situaciones ya son una muestra visual del tema de este triste
film dirigido por el italiano Uberto Pasolini, famoso por ser el productor de Full Monty: la
soledad de nuestras vidas que se transmite a nuestra despedida de este mundo.
Así viendo trabajar al funcionario John May,
el cual como si de un investigador se tratara, se encarga de buscar familiares
de personas fallecidas en soledad, así como de escarbar en sus vidas, intentar
conocer a esas personas ya no existentes ( ver como tiene música variada, que
usará en sus panegíricos según lo indagado, o ese álbum de fotos perdidas,
apunte realmente triste pero brillante para definir al protagonista ), un
personaje solitario en su vida sin amigos ni familia, dedicado por entero a su
extraño empleo - la manera pulcra de ordenar sus archivos o su propia vivienda
– y como descubrirá que su esfuerzo no sirve de nada cuando se prescinda de él.
En ese momento decidirá que la investigación sobre su último caso, que envuelve
al misterioso e inestable sr. Stoke ,será su carta
de despedida, su firma de un trabajo bien realizado. El propio John “robará” la
forma de vivir del fallecido, se lanzará a hacer como si se tratara de su
propio funeral ( cogerá la parcela que siempre ha deseado ) a la vez que
descubrirá la luz en su gris vida al entrar en ella Kelly ( Joanne Froggatt, la Ana Smith de Downtton Abbey ).
Pasolini ( sin ningún tipo de relación con el
maestro Pier Paolo Pasolini ) nos trae un relato amable y eminentemente triste,
con algún escarceo en forma de humor negro pero siempre buscando la tristeza de
esas vidas solitarias, trayecto donde debemos soportar trabajos que no nos
gustan, personas que no nos entienden, a veces encontramos compañía pero otras
vivimos y morimos solos; así es la vida de John May, excelentemente retratada
por pequeños detalles de puesta en escena así como del trabajo actoral de Eddie
Marsan; el actor inglés, secundario de lujo del cine británico ( El secreto de Vera Drake, Happy un cuento sobre la felicidad, V de Vendetta, Sherlock ) así
como de series actuales como Ray Donovan del canal Showtime expone a través de
su apagada mirada, sus múltiples silencios, su posición corporal, lo que supone
para él vivir. También consigue esa sensación de plenitud y serenidad la hermosa banda sonora de Rachel Portman, una pequeña joya que engrandece por momentos la historia en su unión con el papel de Marsan.
Será su relación con Kelly cuando descubrirá
que hay más en la propia vida, no solo es trabajar. Por suerte el relato no cae
en una relación amorosa impostada, sino que sabe construir en pequeñas escenas,
y ayudado por la química de los actores, ese entendimiento; más que una
relación afectuosa, es una comprensión, una búsqueda de compañía en sus
solitarias vidas. Así lo demuestra el clímax del relato, donde un plano picado
de John conectará su futuro (idealizado) y su presente, así como de bella y
triste a la vez es ese doble entierro, clave del film. Por otro lado esa escena
final, si bien parece querer hacernos congraciarnos con el protagonista, con el
cual conectábamos gracias a la labor de Marsan, si bien ese salto al
“fantástico” es tan arriesgado como conciliador. Una hermosa idea para un
tranquilo, sencillo y directo film.
No hay comentarios:
Publicar un comentario