lunes, 17 de septiembre de 2012

(Crítica) Stake Land


Sobre vampiros y fundamentalistas


Desde hace años hay un conjunto de films que aún estamos esperando a poder ver en nuestras pantallas o en otros formatos domésticos como el vídeo bajo demanda (VOD) o las ediciones en formato físico como DVD y/o Blu-ray. Muchas de esas cintas, generalmente de género ( terror,gore, fantásticas), se han podido ver en festivales especializados como el de Sitges pero se menosprecian y no llegan a poder ser vistas, habiendo muchos casos donde perdemos la oportunidad de conocer títulos con un gran nivel de interés.

Uno de estos casos es el que nos ocupa, una cinta que se proyectó el pasado año en Sitges y que ahora ha llegado al mercado doméstico: Stake Land de Jim Mickle.

Mickle debutó hace años con una modesta cinta de serie B de culto, MulberryStreet ( otra cinta no estrenada en nuestro país, pero vista en un maratón del festival de Sitges ) donde nos describía la invasión de Nueva York nocturna por una raza de hombres rata y como una curiosa mezcla de individuos acababa con ella. Su nuevo film es algo más ambicioso ( nos describe el apocalipsis de la sociedad mundial ) pero con el mismo acabado estético y artístico. Además cuenta con la producción de Larry Fessenden ( también actor en el film ), otro de los directores de culto de serie B de los últimos años ( muy recomendable su film de terror ecológico The last winter ).


Seguimos a Mister ( Nick Damici, co-guionista también del film ) una suerte de Van Helsing moderno y motero que salva a un chico ( Connor Paolo ) de su familia recién convertida en vampiros, una epidemia que ha acabado con la población a nivel mundial. Juntos recorrerán Estados Unidos evitando tanto a los vampiros como a grupos de ultra-religiosos que atacan a otros supervivientes. Por el camino se cruzarán con una monja que ha sido violada, un ex marine y una joven chica embarazada, formando una curiosa nueva versión de una “familia.

El film deviene una serie B donde nos relatan un relato clásico sobre vampirismo pero aderezado con unas notas de crítica social y religiosa, donde es quizás más peligroso los fundamentalismos religiosos que los propios no-muertos; al respecto destacar la escena de la violación de la monja a cargo del líder de la hermandad o la terrible escena donde los fanáticos religiosos lanzan vampiros desde el aire a bordo de helicópteros para acabar con una pequeña comunidad de supervivientes que estaban bailando tranquilamente. Es una cinta de género de escaso presupuesto pero muy bien aprovechado ( ver como describe la manera de comerciar en los pueblos, con colmillos de vampiros muertos ).



La descripción de ese Van Helsing moderno, Míster, es muy certera, en un personaje parco en palabras       ( ver como repite continuamente su máxima “ odio a los vampiros “ ) pero que acogerá al joven y lo ilustrará en las artes de la supervivencia, además de convertirse en un nuevo padre para el recién huérfano. La descripción del chico ya es algo más tópica, como su relación con la joven embarazada o la continua voz en off que acompaña al relato.



Visualmente el film cumple, con una dirección sin grandes alardes pero que sabe hacer uso de sus valores, como la dirección artística o esa (onmipresente) banda sonora. La cinta podemos calificarla como una mezcla de la carretera más The walking dead ( la serie de TV ) más Vampiros de John Carpenter.

Una pequeña muestra de cómo el cine de terror puede ser algo más que sustos y sangre, en un relato donde no se olvida de la crítica social, como los seres humanos podemos ser más peligrosos que los propios peligros sobrenaturales, y con cierto humor negro ( el situar a Canadá como el “Nuevo Edén”….).



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