martes, 22 de enero de 2013

(Crítica) Coriolanus

Shakespeare, siempre Shakespeare


Hay que reconocer que el dramaturgo William Shakespeare es el padre de todos los dramas y es que en sus diferentes trabajos ha tratado la moralidad humana, el amor así como toda una extensa gama de sentimientos de manera maestra, creando escuela en la dramaturgia así como cualquier actor y actriz digno de ser llamado así debe de conocer y/o haber representado alguna de las célebres obras del autor inglés. Es más, tal como apuntó un célebre actor todos los actores deberían interpretar a Hamlet y el que lo hiciera mejor, sería digno del premio (en pregunta sobre la competencia en los Oscars).

Las obras de Shakespeare se adaptan a cualquier tipo de relato y época, así de universales osn: desde las adaptaciones clásicas de actores como Laurence Olivier y su Hamlet ( Oscar a la mejor película en 1948 ), Orson Welles y su campanadas a medianoche (1965) o más recientemente Kenneth Brannagh ( con sus inmensas Enrique V y sobretodo Hamlet o sus simpáticas mucho ruido y pocas nueces o trabajos de amor perdidos) hasta las más modernas como ese Hamlet (2000) de Michael Almereyda protagonizado por Ethan Hawke, comedias románticas teen como 10 razones para odiarte (1999)  , el Ricardo III (1995) de Richard Loncraine con un estupendo Ian McKellen o los arrojos visuales de Julie Taymor con sus Titus (1999)  y la tempestad (2010), la prosa del inglés puede ser vista y mostrada de variadas formas.

De esta manera otro de los clásicos y más brillantes actores ingleses de la actualidad, Ralph Fiennes, debuta en la dirección cinematográfica con una adaptación de la obra Coriolanus. Para llegar a tal empresa ha cogido a un plantel de brillantes actores como los veteranos Brian Cox o Vanessa Redgrave así como Gerard Butler ( 300 ), James Nesbitt y la ascendente Jessica Chastain ( en un corto pero muy bien aprovechado papel ) y se ha aliado con John Logan (quien recientemente ha triunfado con el nuevo 007, Skyfall ) en tareas de adaptación, aparte de que ambos son los productores de la cinta.

Fiennes nos presenta una historia ambientada en una ficticia y atemporal Roma ( con la presencia física de Inglaterra ) donde él interpreta a Cayo Marcio, un general tan brillante en el campo de batalla como rudo en sus palabras. Se habla de diferencias de clases entre los patricios y la plebe ( esa escena inicial donde hay una revuelta en una fábrica de grano ) así como un posible conflicto militar con los volcos, liderados por un antiguo compañero de armas de Cayo Marcio, ( Gerard Butler, quien aporta presencia física…y poco más ). Después de un cara a cara entre los dos rivales donde saldrá vencedor Cato Marcio siendo nombrado Corolianus como tercer apellido en honor a su victoria, éste será nombrado pero necesita de la aprobación del pueblo, cosa que le es denegada después de las malas artes de unos políticos y su oratoria y es condenado al exilio. Allí se aliará a su antiguo enemigo y marchará clamando venganza contra Roma. Pero su madre ( una fantástica Vanessa Redgrave ) y su mujer intentarán parar esta rebelión arrodillándose ante él.

El film demuestra como cualquier relato de Shakespeare se puede ambientar en épocas diferentes y aún así hablar de los mismos temas con la misma fuerza. También comentar que, debido al retraso del estreno de la cinta ( la cual llega con dos años de retraso, después de haber sido vista en el festival de Berlín de 2011 ), la misma se estrena en una época social convulsa muy parecida a la mostrada en el relato de Fiennes. Corrupción política, la diferencia de clases, el poder de la oratoria como arma igual de poderosa que la pistola o el fusil, la corrupción del alma humana por el ansia de poder, la influencia de una madre sobre su hijo (que importante son las madres para Shakespeare ) entre otros temas se tocan en este desigual relato obra primeriza de su director.

Y es que Fiennes confía demasiado en la prosa adaptada por Logan  y en las actuaciones de su reparto para dejarnos un relato que avanza a trompicones y con un desarrollo dramático insatisfactorio. A pesar de dejar bien apuntados los temas antes comentados, la cinta no sabe mostrar la historia de manera clara, por ejemplo el cara a cara entre Marcio y Audifio ( quien es rival de Roma, aunque no se acaba de saber porqué ) tiene lugar a la media hora para después pasar a fijarse en otros aspectos; pronto sabemos que el principal rival de Marcio es él mismo aunque el desarrollo de su excesivo personaje ( mostrado de igual manera por el propio Fiennes ) no es del todo satisfactorio. Asimismo las otras actuaciones, aunque a un buen nivel, no acaban de atraer la atención del público. Fiennes cree proveer un inteligente y complejo relato sobre el poder pero lo que nos da es tedio y pesadez. Puedes confiar en los largos monólogos siempre interesantes de Shakespeare pero en este caso nuestra atención pronto se ve disuelta y las dos horas de duración de la cinta se hacen largas, a pesar de que durante el desarrollo dramático parece faltar algo por el camino.



Hay ideas aisladas de puesta en escena destacables ( esa policía que en el uso de sus escudos parece recordarnos a las formaciones del ejército romano clásico o ese trono de Marcio que es…una silla de barbero – pues el personaje se caracteriza por ir con la cabeza rasurada, algo que harán sus seguidores una vez se convierta en algo así como un dictador) pero falla la narración y el desarrollo dramático de los personajes: aquí no hay actuaciones modélicas e hipnóticas como ese Ricardo III encarnado por Ian McKellen o la locura visual y sonora ( junto a apuntes gore ) del grandioso Titus de Julie Taymor ( otra cinta que no se ha podido ver en España gracias a su nula distribución; recuperadla ) que ayuden a ganar nuestro interés. Algún plano de extrema fuerza como ese Marcio con la cara ensangrentada cual Marte Dios de la guerra pero queda lejos de lo que podría haber sido el relato con un director con más arrojo visual y concreción dramática. Un debut fallido.

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