En la última década se ha empeñado en demostrar como el cine
animado con capturas de movimiento (que ha servido para
regalarnos joyitas ultrarealistas como Las aventuras de Tintín: El
secreto del unicornio y personajes infográficos en películas de
imagen real como Gollum en la trilogía de el Señor de los anillos o El Hobbit: Un viaje inesperado ) era el futuro del cine con
propuestas tan atractivas como irregulares como Polar Express (2004),
la muy recomendable Beowulf (2007) con guión de Neil Gaiman y
Roger Avary, Cuento de Navidad (2009) o la horrible Marte
necesita madres (2011) como productor. Dejando de lado el cine de
imagen real, donde nos ha regalado títulos tan fabulosos como la
trilogía de Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988), Forrest Gump (1994) o Naúfrago (2000), ahora podemos
celebrar que Zemeckis vuelve a traernos un muy recomendable film que
cuenta con varios alicientes entre ellos el protagonismo del siempre
más que correcto Denzel Washington.
En un habitación de hotel con un ambiente cargado vemos como un
individuo, Whip Whitaker (Denzel Washington, a por otra nominación
al Oscar) discute con alguien ( que sabremos después es su ex mujer
) mientras una atractiva chica se va vistiendo. En la posterior
escena veremos como él es piloto de aviones y ella, Katerina (
Nadine Velazquez ) azafata de vuelo. En su siguiente vuelo habrá un
percance que consigue salvar el experimentado piloto, no sin evitar
la muerte de seis personas. Whitaker será alabado como un
héroe, pero pronto sabremos que él es un alcohólico, drogadicto y
asocial y se investigará si fue causante de dicho accidente o fue
pro rezones técnicas, como apunta el mal estado del avión. En su
proceso de derrumbe definitivo conocerá a Nicole ( Kelly Reilly ),
otra adicta a las drogas en proceso de recuperación. ¿ Whitaker fue
el causante del accidente?
Zemeckis vuelve por la puerta grande con un relato pequeño, cuasi
íntimo a pesar de alguna grandilocuente escena ( la espectacular del
accidente de avión ) donde se relata una historia sobre la mentira y
las adicciones. Su historia, interesante y con excelentes
actuaciones, contiene además apuntes mordaces y un inesperado humor
muy negro ( todo lo que concierne al personaje de John Goodman ) pero
fallece en un epílogo que resta calidad e interés a la
propuesta.
Su inicio, como bien apunta Tomás Fernández Valentí ( revista
Dirigido por, número 428, diciembre de 2012, pág. 24-25 ) es una
relectura de una escena similar tanto en construcción como en su uso
dramático de una obra del maestro Billy Wilder, En bandeja de plata
( The fortune cookie, 1966 ). ¿Zemeckis quiere acercarse al estilo
del maestro de la comedia? Recordemos que, a pesar de la simpatía y
diversión de los films de Wilder, sus guiones estaban llenos de mala
leche y apuntes mordaces y este nuevo film en imagen real
de Zemeckis juega con la ambigüedad del personaje
protagonista y todas sus actividades que no se conocen, como sus
múltiples adicciones. Y es que no estamos ante un film sobre una
catástrofe de avión ni ante otro relato de la figura del héroe
anónimo como héroe por accidente ( Hero, Stephen Frears,
1992 ), sino ante un relato sobre las adicciones al más puro estilo
de Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000),
sorprendentemente.
Gracias a la buena labor de sus actores la historia
tiene un desarrollo atractivo: desde el siempre excelente
Washington ( destacar la escena de su borrachera en la cabaña o la
perturbadora discusión con su ex mujer y su hijo en su antiguo
hogar ), la inglesa Kelly Reilly, quien deslumbró en su trabajo en
la aún más perturbadora Eden Lake (2008) como Nicole otra adicta
que consigue salirse del mundo de las drogas y que su relación
amorosa ( en el apunte más tópico del relato; su personaje, que no
la labor de la actriz, es lo más flojo de la propuesta, junto al ya
comentado epílogo ) , unos secundarios de lujo como Bruce Greenwood
como el mejor amigo de Whip, Don Cheadle como el abogado que tapará
los trapos sucios del mismo durante la investigación o Melissa Leo
como la presidenta de la comisión de investigación. También
destacar la aportación de James Badge Dale como el enfermo de cáncer
que conoce en el hospital y donde comparten cigarros y discusiones
sobre la muerte, en una de las mejores escenas del film, o el
impresionante John Goodman en uno de los más llamativos personajes,
el camello personal de Whip que le subministra
drogas,siempre introducido en escena al son de
populares canciones de los Rolling Stones.
Así Zemeckis controla muy bien el desarrollo dramático del film,
funcionando mejor en escenas como la catástrofe aérea; recordemos
que Zemeckis ya filmó un accidente aéreo, y aquí vuelve a
superarse sin repetirse: punto subjetivo desde dentro del avión, en
una escena muy tensa tan espectacular como acongojante, aunque como
algún punto de vista del exterior como la destrucción de una
iglesia con la cola del avión ( un apunte mordaz, pues después
veremos como Whip acude a su co-piloto recién salido del coma
pidiéndole que mienta sobre su estado alcohólico y cansado del día
del accidente, y descubre que éste es un fanático religioso...); o
momentos dramáticos como la irrupción de Whip en su antigua casa,
ese apunte tan triste que demuestra la caída en picado moralmente
hablando de Whip cuando acude al funeral de su antigua amante (
muerta en el accidente ) y pide a su compañera azafata que mienta en
las declaraciones o la declaración ante la comisión de
investigación. Pero la cinta está llena de detalles muy negros como
la amistad y actividades de Whip y su camello particular, como el
personaje de Cheadle tapa las pruebas de análisis de sangre ( donde
se con demuestra que Whip pilotaba estando puesto de alcohol y
cocaína ) con labores técnicas de abogados ( recordemos en un
accidente con muertes: el dinero tapa las desgracias de
otros ) o esa secuencia que supone un resumen-compendio de lo dicho:
la noche antes de la declaración en el hotel, donde Whip se cuela en
la habitación contigua y se bebe todo lo que encuentra ( ese
malicioso plano del minibar abierto y deslumbrante en la oscuridad de
la noche ) y como Whip debe tomarse unas rayas de cocaína para poder
tener fuerzas de declarar.....
Pero el director, que tan bien se ha demostrado en los momentos
dramáticos antes expuestos, cae en el error de dotar a la mordaz
historia de un "happy end" donde Whip acude a la cárcel y
allí entra en un programa de alcohólicos anónimos y rehace
su relación con su hijo; aquí es donde vuelve a flaquear el guión
de John Gatins en un epílogo que no se merece este relato negro,
triste y amoral con excelentes actuaciones.
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