domingo, 20 de enero de 2013

(Crítica) El vuelo

El aparatoso retorno de Robert Zemeckis


En la última década se ha empeñado en demostrar como el cine animado con capturas de movimiento (que ha servido para regalarnos joyitas ultrarealistas como Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio y personajes infográficos en películas de imagen real como Gollum en la trilogía de el Señor de los anillos o El Hobbit: Un viaje inesperado ) era el futuro del cine con propuestas tan atractivas como irregulares como Polar Express (2004), la muy recomendable Beowulf (2007) con guión de Neil Gaiman y Roger Avary, Cuento de Navidad (2009)  o la horrible Marte necesita madres (2011) como productor. Dejando de lado el cine de imagen real, donde nos ha regalado títulos tan fabulosos como la trilogía de Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988), Forrest Gump (1994) o Naúfrago (2000), ahora podemos celebrar que Zemeckis vuelve a traernos un muy recomendable film que cuenta con varios alicientes entre ellos el protagonismo del siempre más que correcto Denzel Washington.


En un habitación de hotel con un ambiente cargado vemos como un individuo, Whip Whitaker (Denzel Washington, a por otra nominación al Oscar) discute con alguien ( que sabremos después es su ex mujer ) mientras una atractiva chica se va vistiendo. En la posterior escena veremos como él es piloto de aviones y ella, Katerina ( Nadine Velazquez ) azafata de vuelo. En su siguiente vuelo habrá un percance que consigue salvar el experimentado piloto, no sin evitar la muerte de seis personas. Whitaker será alabado como un héroe, pero pronto sabremos que él es un alcohólico, drogadicto y asocial y se investigará si fue causante de dicho accidente o fue pro rezones técnicas, como apunta el mal estado del avión. En su proceso de derrumbe definitivo conocerá a Nicole ( Kelly Reilly ), otra adicta a las drogas en proceso de recuperación. ¿ Whitaker fue el causante del accidente?


Zemeckis vuelve por la puerta grande con un relato pequeño, cuasi íntimo a pesar de alguna grandilocuente escena ( la espectacular del accidente de avión ) donde se relata una historia sobre la mentira y las adicciones. Su historia, interesante y con excelentes actuaciones, contiene además apuntes mordaces y un inesperado humor muy negro ( todo lo que concierne al personaje de John Goodman ) pero fallece en un  epílogo que resta calidad e interés a la propuesta. 

Su inicio, como bien apunta Tomás Fernández Valentí ( revista Dirigido por, número 428, diciembre de 2012, pág. 24-25 ) es una relectura de una escena similar tanto en construcción como en su uso dramático de una obra del maestro Billy Wilder, En bandeja de plata ( The fortune cookie, 1966 ). ¿Zemeckis quiere acercarse al estilo del maestro de la comedia? Recordemos que, a pesar de la simpatía y diversión de los films de Wilder, sus guiones estaban llenos de mala leche y apuntes mordaces  y este nuevo film en imagen real de Zemeckis juega con la ambigüedad del personaje protagonista y todas sus actividades que no se conocen, como sus múltiples adicciones. Y es que no estamos ante un film sobre una catástrofe de avión ni ante otro relato de la figura del héroe anónimo como héroe por accidente ( Hero, Stephen Frears, 1992 ), sino ante un relato sobre las adicciones al más puro estilo de Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000), sorprendentemente.


Gracias a la buena labor de sus actores  la historia tiene un desarrollo atractivo: desde el siempre excelente Washington ( destacar la escena de su borrachera en la cabaña o la perturbadora discusión con su ex mujer y su hijo  en su antiguo hogar ), la inglesa Kelly Reilly, quien deslumbró en su trabajo en la aún más perturbadora Eden Lake (2008) como Nicole otra adicta que consigue salirse del mundo de las drogas y que su relación amorosa ( en el apunte más tópico del relato; su personaje, que no la labor de la actriz, es lo más flojo de la propuesta, junto al ya comentado epílogo ) , unos secundarios de lujo como Bruce Greenwood como el mejor amigo de Whip, Don Cheadle como el abogado que tapará los trapos sucios del mismo durante la investigación o Melissa Leo como la presidenta de la comisión de investigación. También destacar la aportación de James Badge Dale como el enfermo de cáncer que conoce en el hospital y donde comparten cigarros y discusiones sobre la muerte, en una de las mejores escenas del film, o el impresionante John Goodman en uno de los más llamativos personajes, el camello personal de Whip que le subministra drogas,siempre introducido  en escena al son de populares canciones de los Rolling Stones.


Así Zemeckis controla muy bien el desarrollo dramático del film, funcionando mejor en escenas como la catástrofe aérea; recordemos que Zemeckis ya filmó un accidente aéreo, y aquí vuelve a superarse sin repetirse: punto subjetivo desde dentro del avión, en una escena muy tensa tan espectacular como acongojante, aunque como algún punto de vista del exterior como la destrucción de una iglesia con la cola del avión ( un apunte mordaz, pues después veremos como Whip acude a su co-piloto recién salido del coma pidiéndole que mienta sobre su estado alcohólico y cansado del día del accidente, y descubre que éste es un fanático religioso...); o momentos dramáticos como la irrupción de Whip en su antigua casa, ese apunte tan triste que demuestra la caída en picado moralmente hablando de Whip cuando acude al funeral de su antigua amante ( muerta en el accidente ) y pide a su compañera azafata que mienta en las declaraciones o la declaración ante la comisión de investigación. Pero la cinta está llena de detalles muy negros como la amistad y actividades de Whip y su camello particular, como el personaje de Cheadle tapa las pruebas de análisis de sangre ( donde se  con demuestra que Whip pilotaba estando puesto de alcohol y cocaína ) con labores técnicas de abogados ( recordemos en un accidente con muertes: el dinero tapa las desgracias de otros ) o esa secuencia que supone un resumen-compendio de lo dicho: la noche antes de la declaración en el hotel, donde Whip se cuela en la habitación contigua y se bebe todo lo que encuentra ( ese malicioso plano del minibar abierto y deslumbrante en la oscuridad de la noche ) y como Whip debe tomarse unas rayas de cocaína para poder tener fuerzas de declarar.....

Pero el director, que tan bien se ha demostrado en los momentos dramáticos antes expuestos, cae en el error de dotar a la mordaz historia de un "happy end" donde Whip acude a la cárcel y allí entra en un programa  de alcohólicos anónimos y rehace su relación con su hijo; aquí es donde vuelve a flaquear el guión de John Gatins en un epílogo que no se merece este relato negro, triste y amoral con excelentes actuaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario