miércoles, 22 de mayo de 2013

Cannes, jornada 7: Soderbergh dice adiós con un biopic muy aplaudido

En los últimos años Cannes ha dejado la puerta abierta para films destinados para televisión pero que, tras su calidad y las grandes actuaciones de sus intérpretes, son mucho mejores que muchos trabajos para la gran pantalla. Así HBO presentó en el 2004  el biopic de Peter Sellers en Llámame Peter de Stephen Hopkins y el año pasado se vio Hemingway y Gellhorn de Phillip Kaufman. Ayer se aplaudió, y mucho, la biografía del pianista y homosexual Liberace, encarnado por un fantástico Michael Douglas



El reparto está formado por Matt Damon,Rob Lowe, Debbie Reynolds, Dan Aykroyd y Scott Bakula. El guión ha sido escrito por Richard LaGravenese y la historia se centra en la relación que Liberace mantuvo con el joven Scott Thorson. Liberace, que era conocido por su estilismo barroco y su amaneramiento, nunca llegó a admitir que era homosexual, de hecho siempre ganaba en los tribunales a aquéllos medios que insinuaban que lo era. El pianista falleció en el año 1987, a la edad de 67 años, víctima del SIDA, aunque la versión oficial atribuía su muerte a una peligrosa dieta de adelgazamiento. Liberace y su amante, o su secretario personal a la imagen pública, terminaron en los tribunales, Thorson le acusaba de haberle destrozado la vida por obligarse a someterse a una serie de operaciones, que no solo arruinaron su rostro sino que le llevaron a engancharse a todo tipo de calmantes y drogas duras para calmar sus dolores. Muchos hablan del mejor trabajo de Soderbergh en años, mientras que Michael Douglas se ha situado en el principal rival para Oscar Isaac de cara a ganar el premio al mejor actor; muchos aseguran que el Emmy ya es suyo, y aspiraría a más premios si el proyecto hubiera nacido para cine.




El actor, antes icono heterosexual, tuvo palabras de agradecimiento para Soderbergh pues éste le esperó mientras se recuperaba de su cáncer de garganta en 2010 : " fue un regalo precioso. Me siento muy agradecido ".


 
 
Por otro lado El italiano Paolo Sorrentino es uno de esos realizadores habituales de Cannes, ya ha participado en cinco ocasiones en la sección oficial y de momento la Palma de Oro se le resiste, el máximo galardón que se ha llevado de La Croisette ha sido el premio del Jurado por Il Divo. Aquel film estaba protagonizado por el actor fetiche del director, Toni Servillo, que es quien encabeza el reparto de La Grande Bellezza. Servillo da vida a un veterano escritor que ejerce de cronista de la ciudad de Roma y de su aburrida y superficial burguesía. Algunos han querido comparar este film con La Dolce Vita de Federico Fellini y Sorrentino en la rueda de prensa ha rechazado cualquier comparación con la cinta que ganó la Palma de Oro en el año 1960. Algunos han dicho que La Grande Bellezza es la Holy Motors de esta edición porque no ha dejado indiferente al espectador, hay quien dice que es lo mejor que se ha visto en lo que llevamos de edición, porque está excelentemente rodada, contiene un guión inteligente y Toni Servillo está espectacular, por ejemplo, Luis Martínez de El Mundo dice que es una obra maestra, y otros no han entrado en su juego y la consideran bastante irregular.
 
 
Fuera de competición se aplaudió Wakolda, de la directora argentina Lucía Puenzo donde el catalán, Àlex Brtendemühl encarna al doctor Mengele.
La historia nos lleva por varios senderos, por un lado el de la familia y en especial el de Eva que está a punto de dar a luz; el de Nora Eldoc, la aparente bibliotecaria que espía los movimientos de los nazis escondidos en la zona; y el de la relación furtiva que se establece entre Lilith y Mengele, uno fascinado por la otra y viceversa, en medio de un entorno germanófilo.

Con la imagen que se repite de un hidroavión saliendo y aterrizando en el Nahuel Huapi, la directora vuelve una y otra vez a la constante de que en ese lugar se escondieron nazis con la complicidad de lugareños (como ocurrió por ejemplo con Erich Priebke), que como se ve en una foto de la infancia de la protagonista hacían convivir banderas argentinas con otras nazis en las escuelas.




El filme de Puenzo es riguroso, sin pretensiones alambicadas, sino con la simple y pura meta de contar una historia a puertas cerradas dentro de otra mucho más grande, que le concierne al mundo, que es la del biólogo en busca de la perfección, aquella pureza aria que enunciaba el Tercer Reich, que va y viene dentro de un mundo lleno de contradicciones, pasiones, verdades y mentiras.
 

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