Paul Grengrass lo ha vuelto a hacer:
basándose en un caso real, el primer secuestro de un barco norteamericano por
parte de piratas somalíes, ha creado un thriller tenso, una obra de relojería
que atosiga al espectador, el cual sufre durante 130 minutos mientras acompaña
al protagonista de la historia. Al igual que Bloody Sunday y United 93 ( quizás
su mejor película, junto a esta capitán Phillips, desde luego su mejor trabajo
de puesta en escena ), con las cuales forma una trilogía incorruptible y
necesaria, el director inglés sabe usar sus armas para llegar al corazón del
espectador, tensionarle, ponerle a prueba su sistema nervioso, y vuelve a
demostrar ser uno de los mejores directores de la actualidad resarciéndose de
su decepcionante Green Zone ( obra que intentaba unir su preocupación
documental y su entrada en el mundo del blockbuster con la saga Bourne, con
resultados irregulares ) y demostrando su buen pulso dramático, el cual sube
enteros gracias a la parte artística y a un actor que lo da todo, aunque no lo
parezca: Tom Hanks.
Con un prólogo que parece intrascendente, por
su cotidianidad, pero lleno de significado para el resultado global de la
propuesta y la evolución del protagonista, conoceremos al capitán Richard Phillips (
Tom Hanks ), a cargo de un barco mercantil norteamericano, charla con su esposa ( una fugaz pero necesaria Catherine Keener )
sobre la situación de la economía actual y el futuro de sus hijos, los cuales
ya han salido o están a punto de salir del hogar. Narrado en paralelo,
conocemos a Muse ( un soberbio Barkhad Abdi , actor somalí-americano con apenas
experiencia pero con una mirada llena de
significados ) el cual vive en una aldea somalí donde se sortea quienes serán
los próximos en salir a la mar para capturar algún barco y obtener una
recompensa por su botín. Este par de escenas pueden parecer gratuitas o
innecesarias pero nada más lejos de la realidad: sirven tanto para expresar el
fondo dramático del personaje protagonista ( aunque bien insertado, sin
humanismos mal ejecutados: no se trata de la historia de la hija de Gravity,
por ejemplo ) a la vez que introducir cierto comentario sobre la crisis
económica actual, el estado social y político de países de África, siempre con
pequeños apuntes y sin caer en la demagogia ni el dibujo sencillo. El film es en sus últimas consecuencias una
historia de supervivencia sin héroes, pero hay ciertos aspectos que llenan la
trama y de los cuales el director, en esta primera parte que abraza
abiertamente el tono documental ( vemos como se prepara la salida del barco con
multitud de detalles, así como la salida al mar por parte de los piratas ), se
beneficia. Así podemos comenzar a ver un
paralelismo entre el capitán Phillips y su captor, como son dos hombres
profesionales decididos a cumplir con su trabajo y que tienen a unos jefes por
encima de ellos, uno una gran multinacional otro los jefes de la guerra, pero
ambos intentarán cumplir con su cometido y ese diálogo constante entre ellos (
con el uso del inglés, una licencia de guión creo yo ) y sobretodo las miradas
llenan una relación más afín de lo que puede parecer a priori.
Grengrass a su vez prescinde esta vez de su
cámara al hombro que tan característica ha hecho sus films y opta por grandes
planos con helicóptero intercalados con primeros planos ( la importancia de la
mirada en combinación con el silencio, una gran arma narrativa en este film ) y
el mejor ejemplo es el largo momento de la toma del barco; antes hemos
presenciado un primer intento de abordaje el cual sale infructuoso pero a
continuación veremos como la embarcación es capturada en un momento tenso,
donde esa sensación va creciendo: el acercamiento de la balsa, la manguera que
se suelta, la tripulación escondida, etc La secuencia sirve tanto para
demostrar la inteligente puesta en escena del director ( el cual combina los
planos generales de manera expositiva junto a las miradas de Hanks al ver como
todas sus “armas” para evitar ser capturados no sirven de nada ) recuperando la
mejor versión de Grengrass como para ver como todas las acciones de los piratas
son un error tras otro ( de un abordaje deficiente a un secuestro posterior
torpe e imposible ) y para crear un
estado de nerviosismo que a partir de este punto crecerá y crecerá hasta llegar
a un clímax insoportable, amén de una de las mejores escenas del film y de todo
el cine del 2013, si me apuráis. Pero si la propuesta de Grengrass es altamente
estimulante, el film se eleva gracias a su asociación con un actor portentoso.
Y es que Tom Hanks realiza uno de los mejores
papeles de los últimos años en una interpretación “invisible”, esos papeles que
parecen sencillos pero que, en sus diferentes lecturas y capas, están llenos de
sentimientos y emociones. Comienza como un trabajador serio, un jefe
disciplinado y atento a todo ( ese vistazo a las verjas del barco abiertas,
presagio del acecho posterior ) que en todo momento intentará mantener la
compostura y defender a los suyos. Hanks usa tanto la mirada ( es un film de
miradas, repito, tanto desde el punto de vista del director, siempre adecuado
donde pone la cámara, pero mucho más gracias a sus actores los cuales tanto
Hanks como transmiten mucho más que el
guión, muy acertado por otro lado ), como en la ya comentada secuencia donde el
barco es asaltado y él ve que todo lo que hace no sirve para evitarlo, el
momento en que ve comenzar a actuar a los DELTA ( pensando que ha llegado el
fin, para todos ), las miradas que cruza con el líder de los piratas o con el
joven malherido con el cual empatiza ( más bien podemos decir que empatiza
también con, pues ya comenté lo similar
de sus figuras ). Pero la explosión dramática final al ver como intenta ponerse en contacto por última vez
con su familia ( aquí toma sentido ese prólogo ) y la escena posterior ( nada
heroica: el rescate también es por los pelos, con suerte de que el capturado no
sea herido ) con el actor sacando todo lo que ha contenido hasta ese momento
elevan el film a caminos mayores, tanto el suspense manejado por el director y
que ha ido creciendo hasta ese momento hasta llegar a ser una olla a presión
como la contención del actor que parece no esté actuando ( ese puede ser el
mejor halago ), muy naturalista. La enorme actuación y matices desplegados por
Hanks me recuerdan poderosamente al Anthony Hopkins de lo que queda del día (
James Ivory, 1993 ), papeles calmados pero llenos de significados y
profundidad. A la recuperación de Gregrass y su puesta en escena se le suma la labor
del intérprete de Philadelphia y la combinación resulta ser una de las cintas
más estimulantes y satisfactorias del 2013, una obra mayor que rescata a un
director y nos confirma el talento de un actor único.
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