domingo, 9 de diciembre de 2012

(Crítica - Sitges 2012) El bosc

La Guerra Civil, ¿desde otra perspectiva? y más



Primera adaptación al cine de la obra del célebre escritor de origen barcelonés Albert Sánchez Pinyol, unos de los autores más interesantes, con un creciente y reconocible universo creativo y con proyección internacional de los últimos años, donde se adapta un relato corto de apenas ocho páginas recopilado en el libro de cuentos Les edats de l’ or, relato adaptado por el propio escritor.

El film también supone el nuevo trabajo de Óscar Aibar tras debutar con el extraño western Atolladero (1995 ) y ser el autor de una obra de cierto culto como es Platillos volantes ( 2003 ) amén de otros trabajos como el gran Vázquez (2010).

También podemos citar que esta cinta se une a otra que comparte temática y actor protagonista en este Sitges 2012 como es Insensibles de Miguel Ángel Medina , donde vemos un relato anclado en la Guerra Civil española con tintes fantásticos y el protagonismo de Alex Brendemühl. En su reparto además encontramos a Maria Molins, Pere Ponce y la vuelta a la interpretación ( tras participar en cintas de serie b/z e incluso cintas X ) del actor norteamericano Tom Sizemone.

1936. Estalla la Guerra Civil. Las milicias anarquistas toman el poder en el Bajo Aragón. Allí, Ramón y su mujer Dora esconden un secreto ancestral: unas misteriosas luces que aparecen junto al bosque que rodea su masía. Según la tradición familiar, son una puerta a otro mundo del que nadie vuelve. Cuando un anarquista enamorado de Dora intenta acabar con Ramón, éste se ve obligado a entrar en las luces y desaparecer.


El curioso film de Aibar es una nueva vuelta de tuerca a la tan trillada historia(s) de la guerra civil patria, una época histórica muy presente en decenas de películas españolas, si bien con una variante interesante al añadir una temática fantástica que la unen a los films españoles de Guillermo del Toro ( el espinazo del diablo y el laberinto del fauno ) así como, en una decisión muy arriesgada y casi suicida ( a la hora de escribir esta opinión, no sé si el film se estrenará en versión “doblada” ) pues el film está hablado en un dialecto del catalán situado en el bajo Aragón ( donde está situada la acción ) el matarrañá. Eso unido a un triángulo amoroso defendido por su trío de actores protagonistas ( con unos más que correctos Brendemühl – mejor aquí que en Insensibles, a pesar de que ambas interpretaciones me gustan - , Maria y un notable y sobreactuado a ratos Pere Ponce ), hacen de la película un llamativo film que además supone una digna y fiel traslación fílmica de las temáticas clave del escritor Sánchez Pinyol.




La historia es una unión de drama humano en la explosión de la contienda entre un cacique, su humilde y obediente esposa y un anarquista cojo amigo ( y enamorado ) de la mujer desde su infancia y de relato de ciencia ficción con raza alienígena de por medio ( en inteligente elipsis continúa ) con un trasfondo antibélico. Tan "marciano" proyecto unión imposible a simple vista de una temática histórica y un marcado tema de ciencia ficción es un salto sin red por parte de su director y guionista ( y además rodado en un dialecto del catalán, para más inri ) pero que acaba triunfando gracias a su exposición y al sensible trabajo de sus actores.

Las claves de Albert Sánchez Pinyol





El autor barcelonés es uno de los autores patrios más interesantes de la actualidad donde encontramos en sus trabajos una llamativa narración donde se mezclan historias humanas salpicadas de toques de género puro y donde encontramos temáticas similares como son el amor, el conflicto bélico/confrontación violenta, el dilema del ser humano por luchar por sus deseos a pesar de que se originen conflictos morales en historias por lo general protagonizadas por pocos personajes ( y salpicadas de momentos solitarios ) . Ya desde su exitoso debut en formato novela con la pell freda (obra que lleva años intentando ser adaptada al cine; si no la habéis leído tiempo os falta para haceros con ella, muy recomendable ), un relato con ecos de la mítica soy leyenda de Richard Matheson y su segundo trabajo, el recomendable Pandora al Congo ( cuyo peor enemigo fue su trabajo anterior y el éxito del mismo ) donde encontramos una trama de aventuras en África, un historia de amor muy similar a la de la pell freda y un tan interesante como arriesgado con un discurso sobre la autoria literaria y la labor de los negros literarios en ese final "polémico" en una novela desigual donde pesan sus más de 600 páginas de extensión, más del doble de su estimable debut.

Pinyol debutó en la ficción con  el conjunto de cuentos titulado L' edat de l' or de donde sale el relato de ocho páginas que ha dado pie a este film, adaptado por el propio autor y donde como ya comenté podemos ver el conjunto de sus temáticas bien definidas, por lo que podríamos hablar de un autor en el sentido de construcciones de ficciones con unas constantes en su obra y como tanto Pinyol como Aibar han sabido trasladar a la gran pantalla en la que supone la primera ficción cinematográfica de un autor literario con una obra muy cinematográfica, pues sus dos novelas como la actual Victus ( sobre el asedio de Barcelona en los hechos de 1714 )  son relatos con gran poder visual ( valga la paradoja ), lleno de sentimientos universales y además, para regocijo del fan, inscritos de una manera personal en el fantástico/ciencia ficción en sus dos primeras novelas ( sus referencias a Lovecraft, el propio Matheson, a Joseph Conrad, relatos apocalípticos y/o metafóricos donde el género se sirve de traducción de ideas más universales como paz, amor, amistad ).

Una interesante variante de una temática trillada

Tanto Aibar como Pinyol triunfan en este arriesgado film ( nota al margen: además de su curioso mix de temas y de estar rodado en un dialecto del catalán, el film se estrena en los cines españoles el mismo día que el Hobbit: un viaje inesperado de Peter Jackson ) que supone una bocanada de aire fresco en los relatos sobre la contienda bélica que sufrió el país entre 1936-39. Con un interesante acabado visual y la banda sonora de uno de nuestros músicos más internacionales de la actualidad como es Javier Navarrete ( ya anclado en el cine de género ) con una imagen tan poderosa como ese pequeño conjunto de árboles en medio del páramo y donde dos veces al año se abre un portal interdimensional hacia otro mundo, planeta al que escapa el personaje de Brendemühl, un cacique que será perseguido por los rojos, liderados por Pere Ponce ( el cual parece impulsado más que por sus ideas, por sus celos hacia el rival, pues él también está enamorado del personaje de Maria, formando un curioso triángulo romántico ) tras el estallido de la guerra civil.También se agradece la pequeña aportación del lider de un ejército norteamericano encarnado por un eficiente y recuperado Tom Sizemore, el cual descubrirá nuevos placeres ( como la música extranjera ) a Maria, así como ésta hará lo que sea por proteger a su huido marido, incluso acostarse con el soldado americano justo la noche que


El relato entonces entronca con un ideal de historia antibelicista en la descripción, verbal ( Pinyol es un maestro en sus descripciones de razas y elementos fantásticos, a través de la palabra ) de una raza alienígena que ha avanzado a  la humana gracias a la paz que impera en esa sociedad alien y que harán cambiar al personaje de Brendemühl, con un uso perfecto de la elipsis hasta ese bello final con el primer encuentro con otro renegado del universo alien, se cambian las tornas, y como no es casual el primer encuentro con la hija de la pareja, en una escena tan bonita como sensible y que resulta ejemplo perfecto de las conclusiones del relato.



Aibar sigue las pautas de Pinyol y nos muestra un trabajo de puesta en escena sencillo, con un uso curioso del notas de humor ( la camisa roja que le prepara la mujer a su marido para ir a misa; la mirada de Maria ante las extrañas y exquisitas comidas alien cuando empieza a escasear los suministros del pueblo ) y esa descripción verbal del elemento más extraño de la historia, la raza alien, en elipsis que solo es rota en el ya comentado final.

Un relato agradable, ejemplo perfecto de las constantes de Pinyol, que supone el punto de partida, espero, para más adaptaciones de obras de este tan interesante como recomendable escritor.









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