martes, 20 de octubre de 2015

[Sitges 2015] Knock Knock





Recuerdo que uno de mis primeros años en el festival de Sitges asistí a una proyección matinal de Sympathy for Mr. Vengeance. El pase debió ser en un día laborable (mis obligaciones profesionales estaban delimitadas al fin se semana y no tenía que hacer malabarismos absurdos con mis absentismos laborales) porque en la sala, El Retiro, estábamos cuatro gatos mal contados. Aún nadie conocía a Chan-wook Park, pero desde aquel día yo no pude olvidar su nombre (lo que no me ha evitado escribirlo mal repetidas veces).


No sé si a la persona que tenía detrás le influyó igual que a mí. Visto lo visto, parece ser que no. Al acabar la proyección descubrí que quien estuvo carcajeándose como si no hubiera un mañana no era otro que Eli Roth, que estaba en Sitges para presentar también su ópera prima: Cabin Fever (2002). No es el lugar, ni el momento, ni tengo el humor, para comparar carreras.


Y desde aquella edición, parece que haya vuelto año tras año para presentarnos todo aquello que se le pasara por la cabeza. Y he de reconocerlo. Me gusta Eli Roth, el tipo me cae bien, ha conseguido vivir, supongo que holgadamente, de lo que hace. Y lo que hace es una tontería sin trasfondo, pero una que me divierte a rabiar. Siendo un director de filmes de serie B, o Z, ha conseguido una notoriedad fuera de lo común, supongo que en parte gracias a ser “el nuevo amigo de Tarantino”, una vez éste se cansó de Robert Rodríguez y sus niños espías.


En el caso que nos ocupa, Knock Knock se aleja de sus espectáculos de casquería y pseudo-torture-porn para realizar el remake (como si sus anteriores títulos no fueran, en cierto modo, ideas mil veces vistas) de un explotation de los 70: Death Game (Peter S. Traynor, 1977). En el film, Evan (Keanu Reeves) interpreta a un entregado padre de familia que debe quedarse en casa trabaj... da igual, se queda sólo en casa y mientras su mujer e hijos están de vacaciones recibe en casa a un par de atractivas y jovencísimas chicas: Génesis (Lorenza Izzo) y Bell (Ana de Armas, sí, la de El internado), perdidas bajo una torrencial lluvia.




Lo que sigue a continuación es una bien planificada sucesión de acontecimientos que van desde el erotismo más ramplón a la escarnio más humillante, orquestados por una especie de ángeles vengadores de la moral. Sin ser un buen ejemplo de nada, aunque se ha de reconocer que el ritmo es impecable y los tiempos muertos casi inexistentes, Knock Knock cumple la mayoría de sus objetivos: tanto como película erótica como en su mucho más interesante vertiente del subgénero “invasión del hogar”. Mientras que Keanu Reeves realiza una interpretación cuestionable, a medio camino entre la desgana y la sobreactuación, las dos chicas logran elevar a la película del barrizal, todo y contar con un guión tan rupestre y unos personajes que se intentan justificar insinuando psiques fracturadas por traumas pasados.


Lo cierto es que la idea funciona mucho mejor si liberamos a los personajes femeninos de cualquier vinculación terrenal —sus roles son cuanto menos cuestionables—  y los consideramos un castigo divino por los impulsos mezquinos e incontrolables de Evan, algo así como el gemelo malvado y aún más idiota del protagonista de Love. Por todo ello, la película consigue esquivar el feminismo de chichinabo que suele darse cada vez que un hombre se pone paternal con la causa. A no ser que seas un genio y hayas dirigido Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013). No es el caso que nos ocupa.

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